Prometí a un buen amigo que dedicaría una entrada del blog a
este vídeo, y por eso esta semana toca faena doble.
Pero como toda buena historia, empezaré por el principio.
Llevo en YouTube casi 10 años de diversos modos. Ya en mi
adolescencia, me dedicaba a subir vídeos de series a un canal que ahora cuenta
con más de mil suscriptores y más de un millón de visitas. Ahí es donde empecé,
pero lo abandoné durante un tiempo hasta que hace 4 años recuperé mi afición
por los vídeos.
Fue entonces cuando un buen amigo me invitó a usar
determinados programas de edición ya que yo empecé usando el After Effects, y
quien sepa un poco del tema sabrá que ese programa lo usan los profesionales
para hacer efectos especiales guay. El caso es que me pasé al Adobe Premiere y
la verdad, bien contento que estoy.
Hace 3 años y medio, abrí mi segundo canal de YouTube, donde
empecé a subir vídeos propios editados, y fui aprendiendo paso a paso cómo
mejorar. Aparte de un par de tutoriales, todo mi aprendizaje sobre edición de
vídeos ha sido por experiencia, cosa que se aprecia mucho si comparamos mis
primeros vídeos del canal, con los actuales, y eso vamos a ver.
Pero el tema que nos trae aquí hoy no es la historia de cómo
aprendí a editar, sino otra historia. Una sobre drogas. O más bien sobre un
concurso de cortometrajes contra las drogas.
Hace ahora 3 años que participé por primera vez en el 2do
concurso de cortos contra las drogas de “TuPunto” con el vídeo “Draw Her Life –
Si bebes no conduzcas”.
Todo fue porque me enteré una mañana en Twitter que mi universidad estaba
adherida a ese concurso, y me dije “¡qué cojones!”. Así es como empiezan todas
las grandes historias, con un “¡qué cojones!”.
Ese año no gané nada, pero conseguí muchas visitas y muy
buenas críticas que podéis ver en los comentarios. Con esa carrerilla y esa
experiencia, me decidí al año siguiente a participar al 3er concurso de cortos.
En ese concurso decidí hacer algo más elaborado e hice el vídeo “Alter Locus”
que en latín significa algo así como “Otro Lugar” y donde hago de chico con
múltiples adicciones que queda inconsciente, sueña con que habla consigo mismo,
y luego despierta y bueno… aquí lo podéis ver.
Tampoco gané ese año, pero me di cuenta que el trabajo había valido la pena
tan solo por la experiencia obtenida.
Al año siguiente pensé que podría hacer algo más corto y con
un mensaje más claro, así que decidí hacer algo más sencillo y con algún toque
de humor, así fue como creé el “Jajaja no”.
Ni que decir queda que no gané nada, pero tampoco estuvo mal para
demostrarme que aún tenía guerra por dar.
Y así fue como ese año, después de mucho pensar, muchas
noches en vela y estrujarme el cerebro, se me ocurrió un guion de vídeo un
tanto diferente. Ya que ganar no es posible porque vivimos en un mundo cruel y
tampoco es que me haga más ilusión que simplemente plasmar lo que tenía en la
cabeza, me decidí a hacer el “Mi Punto” para el 5to concurso de cortos. Mi
última participación en el concurso.
Esta vez necesitaría a mucha gente para, grabar, opinar y
testar el vídeo. El trabajo ha durado meses, y el esfuerzo de edición ha sido
realmente duro. Seguramente se puedan mejorar muchas cosas, pero por mi parte,
me doy con un canto en los dientes. Estoy realmente contento del resultado, y
nada me llena más que haber podido compartir un proceso como este con tanta
gente que me ha ayudado tanto y de forma desinteresada.
Actores impresionantes, opiniones críticas inmejorables, y
realmente buenos consejos. Creo que con todo eso y la más buena de mis
intenciones, me puedo despedir del concurso con un buen punto. Mi punto, y
vuestro punto. ¡Gracias a todos los que habéis colaborado! ¡No ganaré pero me llevo algo más valioso!
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Si habéis llegado hasta aquí, seré sincero con vosotros, que os lo merecéis. El objetivo de este vídeo no es ganar. Ni tan solo es aprender a grabar ni a editar. El objetivo de principal de mi última participación en ese concurso es quejarme de la bazofia sin sentido que se hace una vez y otra, para concienciar a los jóvenes que no se droguen. Lo hace gente que no tiene ni idea de por qué se drogan ni qué son las drogas realmente, y pretenden explicar a alguien que sí sabe lo que son las drogas (parcialmente), qué creen ellos que son las drogas.
El vídeo muestra diferentes visiones de cómo ha de ser un corto contra las drogas, desde la más empírica sobre teorías de aprendizaje, a las más usadas usando las emociones como canal para llegar al espectador, como otras que prefieren crear vínculos de proximidad a partir de parecidos con la realidad, incluso quien piensa que el mensaje ha de ser subliminal para acabar alterando la idea sobre las drogas de la gente, o los que prefieren usar el humor o el humor sin límite. Hasta los que creen que el mensaje ha de quedar claro (aunque no sepan cual ha de ser el mensaje ni si es el más indicado). Con toda esa mezcla de tendencias a la hora de hacer vídeos, se acaba olvidando el principal motivo por el que hacerlo.
El principal mal en este sentido es la ignorancia, tanto del que se droga como del que le dice que no se drogue, y la solución no pasa por hacer un vídeo emotivo, triste, gracioso o informativo. Da igual si el mensaje está claro o es subliminal. El verdadero punto clave es hacer entender que para no drogarse, o para educar en la salud, o sacar a alguien de las drogas, lo que realmente hace falta, lo que necesita, lo que implora una situación como esta, es INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO.
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Si habéis llegado hasta aquí, seré sincero con vosotros, que os lo merecéis. El objetivo de este vídeo no es ganar. Ni tan solo es aprender a grabar ni a editar. El objetivo de principal de mi última participación en ese concurso es quejarme de la bazofia sin sentido que se hace una vez y otra, para concienciar a los jóvenes que no se droguen. Lo hace gente que no tiene ni idea de por qué se drogan ni qué son las drogas realmente, y pretenden explicar a alguien que sí sabe lo que son las drogas (parcialmente), qué creen ellos que son las drogas.
El vídeo muestra diferentes visiones de cómo ha de ser un corto contra las drogas, desde la más empírica sobre teorías de aprendizaje, a las más usadas usando las emociones como canal para llegar al espectador, como otras que prefieren crear vínculos de proximidad a partir de parecidos con la realidad, incluso quien piensa que el mensaje ha de ser subliminal para acabar alterando la idea sobre las drogas de la gente, o los que prefieren usar el humor o el humor sin límite. Hasta los que creen que el mensaje ha de quedar claro (aunque no sepan cual ha de ser el mensaje ni si es el más indicado). Con toda esa mezcla de tendencias a la hora de hacer vídeos, se acaba olvidando el principal motivo por el que hacerlo.
El principal mal en este sentido es la ignorancia, tanto del que se droga como del que le dice que no se drogue, y la solución no pasa por hacer un vídeo emotivo, triste, gracioso o informativo. Da igual si el mensaje está claro o es subliminal. El verdadero punto clave es hacer entender que para no drogarse, o para educar en la salud, o sacar a alguien de las drogas, lo que realmente hace falta, lo que necesita, lo que implora una situación como esta, es INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO.