viernes, 22 de julio de 2016

Erdogan, el niño astuto del recreo

Para empezar, quisiera hacer hincapié en el respeto que guardo hacia la democracia turca y su máximo representante, el señor Erdogan. Este blog no pretende desestabilizar el gobierno turco ni mofarme de la imagen del presidente.

(juas)

Con esta primera frase me cubro las espaldas de posibles represalias hacia mi persona, y más si algún día pretendo viajar a Turquía, por… vete tú a saber. Igual me apetece comer alguno de los manjares típicos de Turquía. Más allá de los kebabs me refiero.

El caso es que hoy vengo a hablar de lo que ha pasado en Turquía. Sé que debería hacer otra parte de la sección “Ali Babá, el ISIS y la indiferencia occidental”, pero eso ya lo dejo para otra semana. Tengo muchísimas ganas de escribir sobre lo de Turquía.

Os cuento la historia. Estaba yo con unos colegas hablando por Skype y mirando cierta web de vídeos “curiosos” (por llamarlos de alguna manera (como habrá gente mal pensada, no son porno 
(¿Tan infantil creéis que soy? Si fuese porno lo diría sin tapujos), a lo que iba), a lo que iba), cuando de pronto nos enteramos de lo de Turquía, empezamos a buscar enlaces en directo de las noticias de ahí, y nos pasamos la noche mirando cómo se desarrollaba todo el acontecimiento. Mientras uno decía que eso era historia, el otro iba a por agua y yo me echaba unas risas. Cosas mías.

Había gente en Twitter súper consternada por el golpe de estado, pensando que cómo podía ser que una democracia tan próxima a las europeas pudiese caer a manos de su ejército de ese modo en una sola noche. Súper afectados todos, terrible.

A ver, sinceramente. A mí me hizo mucha gracia todo, pero porque conozco el panorama político turco y sé que todo ha sido una pantomima. ¿Quién lo ha orquestado? No seré yo quien lo diga, pero si después del presunto golpe de estado, encarcelan no solo militares, sino también jueces, policía, profesores, periodistas… Pues no sé. Llámame loco, pero igual es que a alguien le sobraba esa gente antes de organizar el golpe de estado.

“¿Estás insinuando que ha sido el mismo Erdogan?”.

Supongamos que estamos en un colegio, y que un niño, llamémoslo… no sé… ¿Carlos? No, mejor Recip. Pues supongamos que ese chico la lía muy fuerte, del nivel de robar el almuerzo de todos sus compañeros, poner petardos en los WC, o tirar sillas por la ventana (cosas típicas de mi instituto, no os asustéis). Pues para evitar que le echen las culpas, el chico se inventa otra cosa para hacerse la víctima, no sé, se tira por las escaleras y se fractura algo. Al reñirlo la profesora por robar el almuerzo, explotar un WC o tirar una silla por la ventana de un 3er piso, y verlo con su yesito en la pierna, la compasión haría que no le castigase.

“¿Cómo va a ser el pobre Recip culpable de todo esto, si está mal herido? Pobre…”.

Pues imaginad que el bueno de Recip es presidente de un país llamado Turquía, que la ha liado muchísimo, ha petado aviones rusos, ha vuelto a comerciar con Israel ganándose así la antipatía de sus votantes más religiosos, y además está recibiendo refugiados cada día, a los que trata de forma infrahumana, por no hablar de los bombardeos a los kurdos, claro. Está claro que no hay escaleras suficientemente grandes por dónde tirarse para tapar eso. La única solución es…

“¿Montar un golpe de estado?”.


No hombre, no… ¿Cómo va a montar un golpe de estado en el que mueren civiles, policía y militares, no muere ningún político y además, después le sirve de justificación para implantar la pena de muerte, deshacerse de los que se le oponen en la sociedad, conseguir controlar los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y además ganar el apoyo de los que lo habían dejado de seguir? No, por dios. ¿Qué sandez es esa?

PD: Me gusta dramatizar lo que pasaba en mi instituto. No saltaban sillas de las ventanas, sí estuches. No explotaban retretes, pero sí bolis. No se robaba el almuer... bueno, eso sí. Pero no el de toda la clase. No eran tan eficaces.