martes, 2 de febrero de 2016

Queridos hijos...


El otro día pensaba en algo, y es que la despedida con mi padre fue simple y corta. “Cuidaros mucho” dijo. Creo que simboliza lo que mi padre fue para mi familia. Alguien que procuraba para que todo fuese bien, y bien fue siempre.

Aun así, esta última semana he estado reflexionando sobre el tema, y más allá de lo que mi padre contaba en su día a día, no plasmó lo que pensaba él en cada momento de su vida. No sé qué pasaba por la cabeza de mi padre cuando tenía mi edad, ni qué opinaba de la política de ese momento, ni tampoco cuáles eran sus sueños y aspiraciones en la vida. Incluso hoy en día, vemos por internet poca gente que lo plasme pese a que tienen la oportunidad de dejarlo para la posteridad.

A esto, hay que añadir que hace ya casi 6 meses que dejé YouTube con la pregunta de “¿cómo explicaré a mis hijos que he hecho los vídeos que he hecho para que entiendan por qué los he hecho?”.

El otro día tomé la decisión de volver a YouTube porque ya había solucionado mis dudas respecto a la justificación futura de estos vídeos. Tengo la teoría que, si algún día tengo hijos, estos entenderán los vídeos, y probablemente les acaben gustando. Como mínimo, si se parecen a mi seguro que se parten de risa.

Sí, como todos nosotros. Seguro que sí...

Detecto cierta ironía en tus palabras, Sr. Cursiva.

Aun así, creo que dejar un mensaje de tu yo joven, a tus futuros descendientes, para que, cuando ellos sean jóvenes, sepan qué piensas cuando eres joven, es una genial idea, así que ahí va.

“Queridos hijos, no sé ni cuántos seréis, ni si seréis. Pese a eso quiero deciros tres cosas que quiero que tengáis presente si algún día este blog cae en el olvido, y al buscar por internet un día lo acabáis encontrando.

La primera es que no hagáis caso a la gente imbécil. El mundo está lleno de fracasados que decidieron rendirse y hacer que los otros se rindan. Esos son los imbéciles. Los que os dirán que no podéis, cuando tienes las ganas y la ilusión para lograr algo. A esa gente lo mejor que puedes hacer es ignorarlos y seguir corriendo, avanzando hacia el mañana sin volver la vista atrás. Entonces, cuando logréis vuestro objetivo, entenderéis que, si se equivocaron una vez, se pueden equivocar el resto de veces.

La segunda es que, hagáis lo que hagáis, toméis la decisión que toméis, y aunque en ciertos momentos penséis que habéis fracasado en algo, no os arrepintáis de vuestras decisiones. Cierto es que rectificar es de sabios, pero eso no quita que de los errores se aprende, y que sin errores no aprenderíamos, ergo equivocarse está bien y por lo tanto arrepentirse de una mala decisión es erróneo. Cuando uno se equivoca ha de mirar hacia adelante, asumir su culpa y cargar con ella, y con ese peso, aprenderá una lección que le servirá para no equivocarse en el mañana.

La tercera y última. La vida puede ser maravillosa. No creo que haga falta explicarla demasiado. Hasta la rosa más hermosa tiene espinas, y no por ello deja de ser hermosa. La vida es así, con sus espinas que procuras evitar, pero en global, puede ser maravillosa. Aun así, como las rosas, para que se mantengan hermosas hay que dejarlas en el rosal. Si las cortas, dejarán de ser tan bellas como eran en su estado natural. Procura mantener una vida sana para que dure el disfrute de la vida, porque cuanto mayor seas, más apreciarás las maravillas de la vida.

Y para acabar, queridos hijos, solo deciros que, si algo no se puede ser en la vida, es pedante. La modestia es la clave para evitar hundirse al fracasar y para volverlo a intentar hasta que se consiga el objetivo. Uno no ha de presumir de lo que ha conseguido gracias al fracaso de los demás, ni tampoco de lo que ha logrado aprovechando las debilidades ajenas. Las mejores victorias se consiguen junto a tus iguales, y cuantos más ganan, más se disfruta.


Eso es todo, queridos hijos”.