jueves, 16 de febrero de 2017

Así amó Zaratustra


Un joven llamado Zaratustra, Zara para los amigos, vivió toda su vida en una burbuja de fantasía, siendo un ángel sin sexo ni atracción por otros humanos. Así era nuestro Zara (espero que no me reporte Inditex por Copyright).

Cierto día, Zara conoció a una hermosa chica, y sin saber cómo calificar lo que sentía, se creyó enamorado perdido. Suspiraba y por cada suspiro, exhalaba anhelos de pasar tiempo con esa chica, un amor platónico por quien sí perdía horas pensando, y por quien, por el contrario, no sabía si existía reciprocidad. Y además estaba buena. 



Zara no sabía qué era amar, pero viéndose cegado por el amor, se vio dispuesto a superar los obstáculos que hicieran falta por tal de no estar solo en este frío mundo. No era tanto querer dedicarle tiempo, sino que más bien, debía dedicarle tiempo.

La chica, al ver que nuestro Zara le servía bien como muleta para un cojo, procuró aprovechar al máximo ese sentimiento que sentía Zara por ella. No le importaba estar con alguien a quien no amaba, pero como mínimo no pasaba sola su estada en este frío mundo.

"Siempre con papeles malos para las chicas en tus blogs, Omar. Eres un machista y un opresor".

Cierto día, apareció un joven más poderoso que nuestro querido Zara. Cuando digo “poderoso” me puedo referir a muchas connotaciones que podemos dar a esa palabra, como adinerado, guapo, fuerte, listo, etc. Zaratustra tampoco era el puto amo (no todos podemos ser como el escritor de este blog). Así que nuestra dama de hielo se desentendió de nuestro Zara. Así. En seco.



Zara había sido el camello que soportó el peso de un amor que no le era recíproco, y soportó, y soportó. Al final se acabó pegando una hostia del copón como no podía ser de otra manera. Pero no hay mejor manera de aprender que a base de errores. Así Zara, indignado, se decidió a vivir por y para él, a promover únicamente su libertad por encima de las demás, y a nunca más aguantar la carga de nadie.

Fue en ese estado de león en el que Zara recibió una visita. No en un lugar determinado, tampoco en un momento concreto, una visita omnipresente. Un dragón de brillantes escamas le dirigió su contundente y ardiente voz para culparlo de su soledad. Un dragón llamado Sociedad le culpó de no seguir las tendencias normales y la corriente del río de la civilización. Zara no se amedrentó, pues su espíritu de león se lo impedía. Si su espíritu siguiese siendo el de un camello que aguanta el peso de los demás, seguramente se hubiese acojonado un poco, pero no era el caso. No obstante algo se le removió por dentro. El dragón tenía parte de razón.

Zaratustra entendió entonces que el ser humano necesita el amor para vivir, pero también entendió que no se puede ser libre si uno carga con el peso de las acciones de los demás. Fue entonces cuando Zara volvió a ser un niño y empezó su andadura de nuevo. Ya estaba preparado para iniciar una nueva relación con alguien a quien verdaderamente pudiese amar. Solo dependía de él, volver a ser un camello que soportase una carga innecesaria, ser un león que fuese repudiado por una sociedad intolerante, o encontrar un nivel por encima de esas categorías, rompiendo así el eterno retorno y el ciclo de la infelicidad.

Conclusión. Solo de él dependía ser un hombre, o un súper-hombre.

martes, 14 de febrero de 2017

Especial San Valentín: Poema al amor de verdad

Foto muy idónea para la poesía. Sí, sí. 

Oh el amor. Qué gran cosa.
Ya estés enamorado de un orco romero,
del más listo, del más puerco sincero
o incluso de la persona más hermosa.

Oh amor, qué gran cagarruta acontecimiento.
Siempre pensé que era muy bonito
pero un vendaval desvió el destino
de la flecha de cupido a un puto o puta un esperpento.

Oh amor, qué bonito es el amor.
Salvo si te regala una cebolleta,
una fregona, una plancha, una bayeta
o cualquier cosa menos una flor.

Oh amor, qué sorpresa y qué destino.
A mí realmente se me cae la baba
cuando veo como una relación acaba
por culpa de unas copas de más de vino.

Oh amor, qué inspiración tan repentina.
Se me acaban las palabras de una forma
que ni el más atolondrado soñador se imagina.

Oh amor, una palabra que muy bien suena.
Ojalá dedicásemos los mismos días al año
a cosas que verdaderamente valen la pena.


Omar Habbab - Oda al amor de verdad.