jueves, 11 de agosto de 2016

Las élites económicas y el postureo.


Tenía pensado publicar otra entrada, pero en mi cabeza revoloteaba una idea desde hace días.

Hablemos de cosas polémicas, que hoy me he levantado con ganas de juerga. Amancio Ortega, el tío más rico de España, dona dinero a Cáritas. Y no poco. De vez en cuando dona unos cuantos centenares de miles de euros. Tampoco es casualidad que sea a Cáritas, una organización dedicada a cuidar de los pobres. Seguro que también marca la equis en la casilla de la iglesia al hacer la declaración (ojo porque afirmando esto me tiro a la piscina, pública en mi caso porque soy pobre).

¡Cómo nos gusta el postureo, ¿no!?

Hoy, con esta introducción, voy a hacer un importante intento por comprender la intención de aquellas élites económicas, que pese a vivir en sus burbujas de bienestar social, se dedican a donar una parte (miserable) de su fortuna a ayudar a los pobres. Y lo haré con un ejemplo de mi día a día.

Veréis, los que seguís mi blog sabéis que yo soy un tío con muchísima suerte. No me toca la lotería, no me caen rayos que me dan súper poderes, ni tampoco tengo alguna habilidad especial para nada, simplemente tengo suerte porque me siento afortunado, miro el aspecto bueno de las cosas e intento aprender de lo malo. Pero, en mi vida, hay muchísima gente que no es así, gente depresiva que siempre se obceca en las cosas malas y no se sienten para nada una pizca de afortunados. Con esa gente, yo intento hacer humor, conseguir que sonrían, reír a carcajadas, contar algún chistecillo, hacer alguna gracia… Sí, lo sé. Soy un payaso. Que le voy a hacer.

Ahora pongamos que hacemos la conversión de “alegría” a “euros”. Yo que soy afortunado y alegre, sería muy y muy rico, y me dedicaría a dar “alegría” a la gente que en este caso es muy pobre y triste.

“Bueno, si pretendías que te viésemos como una Madre Teresa de Calcuta, no lo estás logrando”.

Ahora pongamos por caso que la gente pobre y triste fuese muy hostil, y que por ser yo alegre, me quisieran apalear. 

¿No creéis que, para adaptarme a una sociedad hostil, me dedicaría a aparentar ser pobre y triste, que quizás vestiría con ropa pobre y triste, y que intentaría parecer de costumbres pobres y tristes, fumar lo que fuman los pobres y tristes, y fracasar en lo que fracasan los pobres y tristes para sentirme parte del grupo que forma la mayoría?

Pues aquí tenéis la explicación de, primero, por qué la gente rica dona dinero (aunque obviamente sea insuficiente) a los pobres, y el por qué muchos jóvenes de familias ricas, tienen a llevar a cabo vidas de pobre. Todos conocemos al típico chico o chica que, pese a proceder de una familia adinerada, se dedica a llevar una vida modesta, vestir ropa simple, aparentar costumbres de las llamadas “hippy”, o simplemente fumar porros todo el día hasta quedar ciego y no estudiar.

Y ojo, no lo critico. Siempre he pensado que si yo fuese rico me dedicaría a pasear mi Ferrari por las calles para que los pobres se pudiesen sacar fotos con él y conmigo, que seguramente tendría hoteles, fincas, empresas, fábricas, un par de premios Nobel y más de un Oscar.


Claro, que es diferente haber sido siempre pobre y convertirse en rico, que haber nacido rico y querer saber lo que es ser pobre. 

PD: Espero no haber ofendido a ninguno de mis muchísimos lectores ricos con esta entrada (por cierto, aprovecho para decir que si algún multimillonario quiere invertir en el blog o publicitarse aquí, me puede mandar un correo que con mucho gusto le contestaré, escucho ofertas a partir de los... pongamos...  ¿10.000€?).