jueves, 4 de mayo de 2017

Adiós a los debates

Sé que hace mucho que no publico nada, cosa que no significa que no haya escrito nada. De hecho, tengo muchas entradas por publicar que se han quedado en el tintero, pero por falta de tiempo no he publicado.

Llevo un par de meses a tope de faena. Trabajando en el hospital, con el doctorado, grabando el vídeo contra las drogas de este año, además de algún que otro concurso más, y, como los últimos tres años, liado con la Liga de debate interuniversitaria de la Xarxa Vives. Todo supongo que en búsqueda de algo que de sentido a mi vida, no vaya a ser que un día me levante por la mañana sin nada que hacer, y resulte que mi vida ha perdido su sentido.

Esta edición de la liga de debate ha supuesto mi punto y final a 4 años disputando debates y competiciones de este tipo. Cuatro años en los que he podido evolucionar como orador, aprender a expresarme en público, y he perdido el miedo al qué dirán (si es que lo he tenido alguna vez).



Pero como en todo en esta vida, igual que se abren etapas en la vida, hay que saber cerrarlas. Así es como he acabado mi periplo como orador en ligas de debate. Un camino que he acabado con la liga de debate que tuvo lugar en Barcelona la semana pasada, en la que quedamos 6tos de 14 universidades de habla catalana, en la que disfrutamos mucho, nos lo pasamos genial durante todos los debates, conocimos gente alucinante, y nos reencontramos con grandes amigos del debate.

Han sido cuatro años en los que, pese a que tampoco le suelo dar demasiada relevancia, visto en perspectiva, las competiciones de debate han influido muchísimo en mi día a día, en mis amistades, y en mi forma de comprender y adaptarme a la vida y los cambios que transcurren en ella.

“Uf, menudo tostón de entrada”.

Lo sé. No me alargaré demasiado. Solo quería animar a todas aquellas personas que lo ven lejos. 

No tengáis miedo a adentraros como yo hice en su día, en competiciones que exigen un nivel de oratoria como las competiciones de debate de cualquier lengua o región. Debatir es salir ahí, con unos conocimientos que, realmente son necesarios, y aplicarlos en una disputa retórica, contra unos argumentos con los que puedes estar a favor, o en contra, y siempre recordando que la otra persona que defiende la otra postura, es como tú.

Esto último es importante. En las competiciones de debate, no sabes qué postura defenderás hasta unos minutillos antes de empezar, ergo necesitas saber cómo defender ambas posiciones, y por ello, entiendes, empatizas, y sabes lo que pretende el contrario. Creo que esa es la gracia de las competiciones de debate, ir más allá de defender tu postura, para aprender de la otra, y comprender que más allá de ideas, hay personas.

Al margen de eso, también se aprende a ganar y a perder, cosa necesaria hoy en día, que estamos más acostumbrados a ganar siempre, que nuestros padres o abuelos. Y digo necesaria, porque la frustración de perder cuando has ganado antes, es algo realmente duro, y que pide práctica.

Está claro que cuando ganas, no te generas frustración, pero sí se crea frustración en la mente de quien ha perdido, y es ahí donde hay que saber ganar, del mismo modo que perder.


Dicho esto, y a sabiendas que esta entrada no me ha quedado para nada tan épica como la del año pasado, acabo este episodio de mi vida sobre debates. Que igual acabo escribiendo un epílogo, pero eso ya no dependerá solo de mí. 


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