jueves, 21 de septiembre de 2017

El 1-O, la democracia, y la ley de mis huevos

Empezaré adelantando un par de cositas para la gente a la que no quieren en sus casas y solo entra para ver de qué lado estoy, y a partir de aquí, pues me mandan a tomar por culo o me claman como camarada de sus ideas.


Soy rojo, demócrata, creo en la constitución y votaré el 1-O, pero votaré un NO.


A partir de aquí, los del “vaya subnormal” y el “tú lo que eres es un fascista”, ya pueden ir saliendo en silencio del blog. Cerráis la pestañita… sí, eso es. Bueno, me espero. ¿Ya? Genial.

Como decía, voy a ir a votar (si es que hay urnas y papeletas) el 1-O, aunque votaré un NO. Y voy a justificarme porque esto es mi blog y aquí escribo lo que me da la gana mientras pueda y no me lo cierren, cosa que no descarto tampoco, pues hablar de esto aquí, igual lo acaban considerando como una apología al referéndum. Menudo follón.

Iré a votar por una sencilla razón. Me gusta votar. Voto hasta en las encuestas que hacéis en Twitter, ¿no voy a ir a votar a un referéndum sin garantías que organiza la Generalitat? Anda que no.


Voy a ir a votar también porque creo que el sistema está mal. Me explico. Hacer referéndums no debería ser delito. Cierto es que la soberanía del estado español reside en el pueblo español. De hecho, Cataluña hasta el momento es parte del pueblo español, y por lo tanto, la soberanía también reside aquí. Que deba decidir todo el pueblo o solo una parte, eso ya depende de la interpretación que haga la gente de la Constitución, que de hecho, está hecha así de ambigua y abierta a interpretaciones porque se creó en una época convulsa de división social, veníamos de una historia en la que la Constitución se había cambiado en el pasado, dependiendo de quién gobernase, y además, en la transición se necesitaba estabilidad (o como mínimo dar sensación de que todo estaba bien).

Dicho esto, añadiré, por si no fuese poca la discrepancia con el poder del estado actual, expresada anteriormente, que no existe separación de poder en un sistema en el que el poder ejecutivo es de quien gobierna, el legislativo, de quien tiene mayoría absoluta, y el judicial donde el máximo defensor de la ley, el tribunal constitucional, está formado por juristas elegidos a dedo. Y no es problema del PP o del PSOE. Es problema de un sistema que se pensó en su día que así sería representativo de la población, pero que no debió ser así precisamente porque lo que deberíamos lograr con la constitución, según los padres pensadores de esta, es la separación de poderes del estado. Si no, entendiendo al estado como un tigre feroz, es como meternos en una jaula con él, e intentar amaestrarlo con las manos desnudas.


Esa es mi crítica al sistema actual, pero ahora voy a explicar por qué voy a votar, y es que, sé que no tiene garantías, y por lo tanto, no será democrático, pero es que no tendrá garantías y no será democrático porque no ha habido voluntad política para que deje de ser así. Ni de un lado ni del otro por mucho que se diga. No me jodáis, no es tan difícil telefonearse y acordar hablar del tema. Que llevan dando por culo años. ¡AÑOS!

Además, ahora os voy a contar por qué voy a votar “NO”. Soy de clase obrera, mis padres eran de clase obrera, y soy de un barrio obrero. A mí, personalmente, me da igual quien me gobierne, siempre que lo haga con respeto hacia las clases trabajadoras. Y eso es precisamente lo que le ha faltado a la derecha española y catalana. Inmigrantes y obreros hemos sido pisoteados en momentos de crisis como si se nos pudiesen recortar los derechos sociales, mientras que a los ricos se les mimaba para que no se fueran con sus fortunas a otros países que les tratasen mejor. PP y Convergencia son la derecha española y la derecha catalana, y no pasa nada por reconocerlo, pero para mí, son el mismo perro con distinta correa. Hubiese o no hubiese una hipotética independencia, esto seguiría siendo lo mismo, porque, en definitiva, no vivimos en democracia. 

En una democracia, por lo que a la definición de estado se refiere comprendido en un terreno, un pueblo y un poder, el poder democrático reside en el sufragio. El poder de reformar la constitución, es decir, las leyes que rigen el estado, ha de ser el pueblo, y como ya vimos en la reforma del artículo 135 de la constitución, el verdadero poder que controla el estado, no es el surgido del sufragio. Es el poder económico. Y eso no se decide con un referéndum en el que, como ya he dicho, cambiamos de actores, pero no cambiamos el guion de la obra.


Por todo esto, yo votaré (si puedo y me dejan), y votaré un NO. Un NO meditado, con respeto a los que voten “SÍ”, y a los que no voten porque no lo ven con suficientes garantías como para perder el tiempo en ello.