Empezaré adelantando un par de cositas para la gente a la
que no quieren en sus casas y solo entra para ver de qué lado estoy, y a partir
de aquí, pues me mandan a tomar por culo o me claman como camarada de sus
ideas.
Soy rojo, demócrata, creo en la constitución y votaré el
1-O, pero votaré un NO.
A partir de aquí, los del “vaya subnormal” y el “tú lo que
eres es un fascista”, ya pueden ir saliendo en silencio del blog. Cerráis la
pestañita… sí, eso es. Bueno, me espero. ¿Ya? Genial.
Como decía, voy a ir a votar (si es que hay urnas y papeletas)
el 1-O, aunque votaré un NO. Y voy a justificarme porque esto es mi blog y aquí
escribo lo que me da la gana mientras pueda y no me lo cierren, cosa que no
descarto tampoco, pues hablar de esto aquí, igual lo acaban considerando como
una apología al referéndum. Menudo follón.
Iré a votar por una sencilla razón. Me gusta votar. Voto
hasta en las encuestas que hacéis en Twitter, ¿no voy a ir a votar a un referéndum
sin garantías que organiza la Generalitat? Anda que no.
Voy a ir a votar también porque creo que el sistema está
mal. Me explico. Hacer referéndums no debería ser delito. Cierto es que la soberanía
del estado español reside en el pueblo español. De hecho, Cataluña hasta el
momento es parte del pueblo español, y por lo tanto, la soberanía también reside
aquí. Que deba decidir todo el pueblo o solo una parte, eso ya depende de la
interpretación que haga la gente de la Constitución, que de hecho, está hecha
así de ambigua y abierta a interpretaciones porque se creó en una época
convulsa de división social, veníamos de una historia en la que la Constitución
se había cambiado en el pasado, dependiendo de quién gobernase, y además, en la
transición se necesitaba estabilidad (o como mínimo dar sensación de que todo
estaba bien).
Dicho esto, añadiré, por si no fuese poca la discrepancia
con el poder del estado actual, expresada anteriormente, que no existe
separación de poder en un sistema en el que el poder ejecutivo es de quien
gobierna, el legislativo, de quien tiene mayoría absoluta, y el judicial donde
el máximo defensor de la ley, el tribunal constitucional, está formado por
juristas elegidos a dedo. Y no es problema del PP o del PSOE. Es problema de un
sistema que se pensó en su día que así sería representativo de la población,
pero que no debió ser así precisamente porque lo que deberíamos lograr con la
constitución, según los padres pensadores de esta, es la separación de poderes
del estado. Si no, entendiendo al estado como un tigre feroz, es como meternos
en una jaula con él, e intentar amaestrarlo con las manos desnudas.
Esa es mi crítica al sistema actual, pero ahora voy a
explicar por qué voy a votar, y es que, sé que no tiene garantías, y por lo
tanto, no será democrático, pero es que no tendrá garantías y no será democrático
porque no ha habido voluntad política para que deje de ser así. Ni de un lado ni del otro
por mucho que se diga. No me jodáis, no es tan difícil telefonearse y acordar
hablar del tema. Que llevan dando por culo años. ¡AÑOS!
Además, ahora os voy a contar por qué voy a votar “NO”. Soy
de clase obrera, mis padres eran de clase obrera, y soy de un barrio obrero. A
mí, personalmente, me da igual quien me gobierne, siempre que lo haga con
respeto hacia las clases trabajadoras. Y eso es precisamente lo que le ha
faltado a la derecha española y catalana. Inmigrantes y obreros hemos sido
pisoteados en momentos de crisis como si se nos pudiesen recortar los derechos
sociales, mientras que a los ricos se les mimaba para que no se fueran con sus
fortunas a otros países que les tratasen mejor. PP y Convergencia son la
derecha española y la derecha catalana, y no pasa nada por reconocerlo, pero
para mí, son el mismo perro con distinta correa. Hubiese o no hubiese una
hipotética independencia, esto seguiría siendo lo mismo, porque, en definitiva,
no vivimos en democracia.
En una democracia, por lo que a la definición de
estado se refiere comprendido en un terreno, un pueblo y un poder, el poder democrático
reside en el sufragio. El poder de reformar la constitución, es decir, las
leyes que rigen el estado, ha de ser el pueblo, y como ya vimos en la reforma
del artículo 135 de la constitución, el verdadero poder que controla el estado,
no es el surgido del sufragio. Es el poder económico. Y eso no se decide con un
referéndum en el que, como ya he dicho, cambiamos de actores, pero no cambiamos
el guion de la obra.
Por todo esto, yo votaré (si puedo y me dejan), y votaré un
NO. Un NO meditado, con respeto a los que voten “SÍ”, y a los que no voten
porque no lo ven con suficientes garantías como para perder el tiempo en ello.