jueves, 17 de agosto de 2017

¡He venido aquí a hablar de mi libro!

Hace quizás un año y algo, que publiqué una entrada en la que comentaba mi intención de escribir un libro. Pues bien, ese que había empezado a escribir entonces, lo dejé colgado a la espera de inspirarme algún día lo suficiente como para poder tirarlo adelante.


Pues bien, hace un par de semanas acabé de escribir (¡AL FIN!), mi primer libro. Tiene apenas 150 páginas de texto, y tengo pensado añadirle ilustraciones, pero texto, lo que es texto, ya está, y después de leerlo para corregir fallos, estoy bastante satisfecho. Tiene todo, absolutamente todo, mi estilo de escribir, y es como leer un blog, pero sin memes, sin lloriqueos, y con un tema que engloba bastantes cosas.

No es de ficción. Bueno, sí, una parte sí, pero el resto es de observaciones, anécdotas, información de cultura general que no nos queda lejos a nadie, y todo en un mix, mezclado con mi característica simpatía (huehe).


Espero poderlo publicar antes que se acabe el año. Una vez corregido, tengo pensado añadirle ilustraciones hechas por mí mismo, y después pensaré en las diferentes opciones de publicar que tengo. Las hay en papel, y en formato libro electrónico, y claro, siendo el primero y previendo que tampoco creo que me den el premio Nobel por él (creo, pero vamos, que igual se animan y me lo dan), hay que ver en qué medio puede estar mejor.

No os preocupéis por la falta de información. La mayor parte de la gente a quien le digo que he escrito un libro se sorprenden porque no saben de dónde he sacado el tiempo, pero es que resulta que le he dedicado muchas noches de verano, y cuando no hacía 3 páginas, hacía 14 del tirón, dependiendo de la inspiración del momento. Además, son escasas las personas que saben de qué va el libro y cuál es el objetivo final de este.


Dicho esto, muchas gracias a todos los que habéis apoyado este proyecto. Escribir es algo que me encanta, y tener un libro casi acabado es como ver la cima de una montaña que hemos intentado escalar muchísimas veces pero que jamás lo logramos, y que, pese a que pensamos que sí, algún día lo lograremos, ese día no llega porque estamos demasiado ocupados haciendo otras cosas. La pragmática vida nos engulle en su monotonía, y no, no nos podemos permitir pensar en aquella cima a la que soñamos llegar, pero quien sabe si algún día, en algún resquicio de tiempo libre, con motivación y energía logremos subir ahí. Lo que más se disfruta es el camino, y lo que más valoraremos, será el hecho de haber encontrado tantas y tantas trabas en el camino que nos han imposibilitado llegar hasta la cúspide de nuestras ilusiones.

Y me callo ya.