Hace quizás un año y algo, que publiqué una entrada en la
que comentaba mi intención de escribir un libro. Pues bien, ese que había
empezado a escribir entonces, lo dejé colgado a la espera de inspirarme algún
día lo suficiente como para poder tirarlo adelante.
Pues bien, hace un par de semanas acabé de escribir (¡AL
FIN!), mi primer libro. Tiene apenas 150 páginas de texto, y tengo pensado
añadirle ilustraciones, pero texto, lo que es texto, ya está, y después de leerlo
para corregir fallos, estoy bastante satisfecho. Tiene todo, absolutamente
todo, mi estilo de escribir, y es como leer un blog, pero sin memes, sin
lloriqueos, y con un tema que engloba bastantes cosas.
No es de ficción. Bueno, sí, una parte sí, pero el resto es
de observaciones, anécdotas, información de cultura general que no nos queda
lejos a nadie, y todo en un mix, mezclado con mi característica simpatía
(huehe).
Espero poderlo publicar antes que se acabe el año. Una vez
corregido, tengo pensado añadirle ilustraciones hechas por mí mismo, y después
pensaré en las diferentes opciones de publicar que tengo. Las hay en papel, y
en formato libro electrónico, y claro, siendo el primero y previendo que
tampoco creo que me den el premio Nobel por él (creo, pero vamos, que igual se
animan y me lo dan), hay que ver en qué medio puede estar mejor.
No os preocupéis por la falta de información. La mayor parte
de la gente a quien le digo que he escrito un libro se sorprenden porque no
saben de dónde he sacado el tiempo, pero es que resulta que le he dedicado
muchas noches de verano, y cuando no hacía 3 páginas, hacía 14 del tirón,
dependiendo de la inspiración del momento. Además, son escasas las personas que
saben de qué va el libro y cuál es el objetivo final de este.
Dicho esto, muchas gracias a todos los que habéis apoyado
este proyecto. Escribir es algo que me encanta, y tener un libro casi acabado
es como ver la cima de una montaña que hemos intentado escalar muchísimas veces
pero que jamás lo logramos, y que, pese a que pensamos que sí, algún día lo
lograremos, ese día no llega porque estamos demasiado ocupados haciendo otras
cosas. La pragmática vida nos engulle en su monotonía, y no, no nos podemos
permitir pensar en aquella cima a la que soñamos llegar, pero quien sabe si
algún día, en algún resquicio de tiempo libre, con motivación y energía
logremos subir ahí. Lo que más se disfruta es el camino, y lo que más valoraremos,
será el hecho de haber encontrado tantas y tantas trabas en el camino que nos
han imposibilitado llegar hasta la cúspide de nuestras ilusiones.
Y me callo ya.