¡Hola! ¿Qué tal? ¿Todo bien? Yo genial, gracias.
Hoy hablaré de cosas no relacionadas con la política, e intentaré filosofar sobre las reglas universales, la suerte, etc. Este tema es algo que siempre ha rondado en mi cabeza y nunca he contado todo lo que he experimentado con ello pese a que podría explicar muchas cosas. Quizás alguna vez he explicado algo a algún ente de sexo femenino en pleno cortejo con mal final, pero vamos, como el que habla con las paredes.
“Menudo loser LOL OMG LMFAO”.
El caso es que no creo en un destino predeterminado, pero no puedo evitar sentirme afortunado con mi vida, y suelo relacionar mis logros con la casualidad y la suerte. No es que me infravalore, pero he vivido ciertas experiencias tan raras que te planteas si tantas casualidades en una misma vida son posibles (lo estoy releyendo y suena raro de cojones).
Un ejemplo es haber entrado en la carrera de enfermería con la nota de corte de la promoción (es decir, la nota mínima que se pidió), después de decidir que quizás no era lo mío, y habiendo pasado un año sabático tras no haber entrado al primer intento. Otro ejemplo es no haber repetido nunca una asignatura pese a haberme presentado a más de 20 recuperaciones en toda mi vida. Otro ejemplo es que cambien los parámetros del examen por una incidencia aliena a mí, y acabar aprobando por la mínima gracias a ello y de forma totalmente rocambolesca. O como la vez que fui escogido "hereu" de la UdG (un concurso de popularidad por así decirlo) por un punto de las bases del concurso. O la vez que...
"VALE, VALE, CREO QUE HA QUEDADO CLARO, ERES UN TÍO CON SUERTE".
Mi vida está totalmente llena de casualidades de ese tipo y a veces son tan raras que me asusto. Seguramente alguien que me conozca y esté leyendo esto, igual ha vivido alguna experiencia casual de estas que me pasan.
Muchas veces me he planteado que a todo el mundo le pasan cosas de este calibre, y tan frecuentemente como a mí. Y no. Se ve que soy muy suertudo, hay algún ente sobrenatural controlando mis acciones, un genio maligno tiene un plan para mí, o igual soy un gilipollas que presta demasiada atención a las casualidades.
“Yo apuesto por la última opción”.
El caso es que, la misma chica a quien se lo comenté, me dijo que no habían casualidades y que lo que conseguía era por méritos propios. Supongo que es la típica frase que dice alguien que no cree en las casualidades y que todo lo que consigue lo hace con esfuerzo y sacrificio. Algo así como estar contento porque te ha tocado la lotería, pero pensar que te lo mereces por haber invertido 20 euros.
Contada toda la historia, os voy a explicar mi versión. Una vez mi padre me contó que en esta vida hay que ser positivo para que las cosas vayan bien, y no lo entendí hasta que lo medité con profundidad. Se refería al positivismo. El hecho de ver las cosas positivas por encima de las negativas, prestar atención a las cosas buenas por encima de las malas y pensar que todo lo malo puede mejorar y que somos afortunados. Esa es la clave para que las cosas vayan bien.
Pensadlo. ¿Quién es más feliz, alguien que piensa que todo le va a ir mal y que se merece lo que tiene porque se lo ha ganado con mucho esfuerzo, o alguien que cree que todo irá bien y que más que esforzarse y sacrificarse, lo suyo es divertirse con lo que se hace y que pase a ser un buen recuerdo?
En definitiva. No estamos predestinados. No hay nadie tocado con una varita ni guiado por los ángeles. Solo hay diferentes realidades y formas de mirar nuestras propias vidas. Recordad que la realidad es relativa y que nuestras mejores memorias se crean a base de emociones positivas. Suena muy metafísico, pero es más bien algo psicológico. Aunque tu vida sea basura para ti, será impresionante para otra persona en la otra punta del mundo, y eso ya de por sí es motivo suficiente para no despreciar los detalles increiblemente casuales de nuestra vida y sentirnos afortunados por ello.