Uy, qué rápido ha pasado el 2016, eh. hahahahahah NO.
Con este título no pretendo mofarme de todas aquellas personas que se despiden del 2016, un número, una cifra. Sí, podría hacerlo, ¿pero no sería eso ensañarse con una parte desprotegida de la sociedad, un eslabón vulnerable de mentes inconscientes sin sentido que se dedican a dar un cuidado humano a una simple cifra? Pobres.
Con este título no pretendo mofarme de todas aquellas personas que se despiden del 2016, un número, una cifra. Sí, podría hacerlo, ¿pero no sería eso ensañarse con una parte desprotegida de la sociedad, un eslabón vulnerable de mentes inconscientes sin sentido que se dedican a dar un cuidado humano a una simple cifra? Pobres.
Este ha sido en muchos sentidos un año de éxitos que quizás
no pueda volver a repetir, y otros que seguro que acabaré superando. Ahora os
podría hacer nuevamente la lista de logros…
“Mira Omar, yo voy
dejando ya de leer esto porque me huele que…”
Pero hoy no será ese día.
Hoy quiero traeros una reflexión sobre este último año. No
será la típica reflexión que hace la gente en su Facebook para ganarse unos
likes y subirse la autoestima. No. Esta va más allá del bien y del mal, y sin
llegar al nivel sifilítico de Nietzsche.
Este año hemos podido decir todos muchas cosas, algunas de
las que nos arrepentimos, otras de las que no. Hemos podido dejar atrás muchas
personas, algunas a las que echaremos de menos, otras a las que no. Y sobre
todo, hemos cerrado etapas de nuestra vida, algunas que recordaremos con
nostalgia, otras que recordaremos con ira desenfrenada y cuya memoria nos perturbará a media noche, levantándonos sudados y empuñando el revolver que guardamos bajo la almohada desde que Jonny murió en aquel loco accidente con los mafiosos que no debió ocurrir si hubiésemos tenido los refuerzos necesarios no.
Pero si con algo nos hemos de quedar de este año, es con
esos momentos de libertad que hemos tenido en ocasiones, olvidando nuestros
quehaceres. Perdón, ¿he dicho “olvidando nuestros quehaceres”? Quise decir “dejando
de lado”, porque algunas cosas, por más que quieras, no te las puedes quitar de
la cabeza.
Creo, sinceramente, que cuanto más tiempo pasamos solos,
pensando en lo que hemos hecho, tanto lo bien hecho como lo mal hecho, al
final, aprendemos más de nosotros mismos y de nuestras reacciones ante
determinados estímulos. Esto último es la base del estudio experimental que es
la vida para nosotros mismos.
Mucha gente os puede vender la milonga que, para conocerse a
uno mismo, hay que vaciar la mente, respirar hondo incienso, y porquerías
varias para sacaros dinero.
“A ver, cuéntanos, oh gurú
de la vida, ¿cómo nos podemos conocer a nosotros mismos?”.
Hoy es un buen día para
hacer una lista de las cosas buenas y malas, de los aciertos y los errores, y
de lo que nos arrepentimos de hacer, y de lo que no hemos hecho, mes por mes.
Una vez hecho eso, además de ejercitar de forma magnífica la memoria, podemos
descubrir quien somos realmente a partir del comportamiento que hemos tenido
durante el año. Uno puede que, ante determinadas situaciones, actúe de un modo
u otro, pero en global, es imposible no comprender quien somos.
Por mi parte, veo que soy
un tío obcecado, iluso, infantil, y malvado. Pero además también respeto las
demás opiniones, me gusta hacer reír, y me gusta compartir la felicidad.
Este año ha estado lleno de
cagadas monumentales, pero también he de reconocer que he tenido una suerte impresionante
en muchas ocasiones, y en eso también influye el interés que dedicas a las
cosas.
Cosas que he aprendido del 2017:
- Todos somos humanos, seas rico, pobre, tengas 8 carreras, o solo la ESO, todos podemos tener buenas ideas, y es preciso saber poner las diferencias a un lado para escuchar a los demás como iguales que somos.
- Las cosas mejor decirlas a la cara, de forma directa y cuanto antes posible. Si la cagas, te ahorras tiempo y angustias, si no la cagas, aprovechas más el tiempo.
- Por mucho que te esfuerces en las cosas, a veces no hay esfuerzo que valga, y puede que ni valga el esfuerzo. Pero eso es algo que no sabrás hasta que lo hayas intentado porque el futuro no lo sabemos (a no ser que seas Sandro Rey y te dediques a estafar octogenarias por TV).
- Cuando pareces tonto, la gente se sorprende de que despuntes en algo. Cuando saben que no eres tonto pero lo parece, te intentan dar lecciones para poder compartir tu éxito. Cuando no creen que seas tonto ni que lo parezcas, trabajarán contigo de igual a igual y el éxito será realmente compartido.
Porque si algo me ha enseñado el 2016 es que, cuando empiezas algo diferente al resto de cosas que se han hecho, te llaman loco, y muy amablemente te invitan a dejarlo estar y a centrarte en algo más productivo y pragmático que te de de comer mañana. Como si mañana solo nos dedicásemos a comer y nuestros sueños, esperanza y emociones no fuesen más que una capa de pintura de nuestra vida.
Cuando has empezado y te faltan muchas horas de trabajo, te observarán y pensarán que no lo lograrás, que ya has llegado muy lejos, y que si fuese tan fácil, otra persona lo habría hecho.
Y en el momento de acabar, es cuando te dicen el típico "ya lo sabía que lo lograrías", "suerte que seguiste mis consejos" o "sabes que sin mí no lo hubieses logrado". Pero eso ya dará igual, porque lo habréis logrado.
Cosas que he aprendido del 2017:
- Todos somos humanos, seas rico, pobre, tengas 8 carreras, o solo la ESO, todos podemos tener buenas ideas, y es preciso saber poner las diferencias a un lado para escuchar a los demás como iguales que somos.
- Las cosas mejor decirlas a la cara, de forma directa y cuanto antes posible. Si la cagas, te ahorras tiempo y angustias, si no la cagas, aprovechas más el tiempo.
- Por mucho que te esfuerces en las cosas, a veces no hay esfuerzo que valga, y puede que ni valga el esfuerzo. Pero eso es algo que no sabrás hasta que lo hayas intentado porque el futuro no lo sabemos (a no ser que seas Sandro Rey y te dediques a estafar octogenarias por TV).
- Cuando pareces tonto, la gente se sorprende de que despuntes en algo. Cuando saben que no eres tonto pero lo parece, te intentan dar lecciones para poder compartir tu éxito. Cuando no creen que seas tonto ni que lo parezcas, trabajarán contigo de igual a igual y el éxito será realmente compartido.
Porque si algo me ha enseñado el 2016 es que, cuando empiezas algo diferente al resto de cosas que se han hecho, te llaman loco, y muy amablemente te invitan a dejarlo estar y a centrarte en algo más productivo y pragmático que te de de comer mañana. Como si mañana solo nos dedicásemos a comer y nuestros sueños, esperanza y emociones no fuesen más que una capa de pintura de nuestra vida.
Cuando has empezado y te faltan muchas horas de trabajo, te observarán y pensarán que no lo lograrás, que ya has llegado muy lejos, y que si fuese tan fácil, otra persona lo habría hecho.
Y en el momento de acabar, es cuando te dicen el típico "ya lo sabía que lo lograrías", "suerte que seguiste mis consejos" o "sabes que sin mí no lo hubieses logrado". Pero eso ya dará igual, porque lo habréis logrado.
A todo esto, solo os puedo
aconsejar dos cosas para el 2017.
La primera, cagadla sin
miedo, y cuando la caguéis, no os vengáis abajo.
La segunda, quered a quien
quiera ser querido, y a quien no os quiera, no le queráis.
¡Y A TOPE CON EL 2017!
PD: Y a todo esto Omar, ¿de verdad no cambiarías nada de este año?
Sinceramente, querida cursiva, no cambiaría ni un ápice. No me arrepiento de nada.
PD: Y a todo esto Omar, ¿de verdad no cambiarías nada de este año?
Sinceramente, querida cursiva, no cambiaría ni un ápice. No me arrepiento de nada.