Con este título tan
directo me dispongo a explicar diversas cosas que he empezado este verano.
Siempre he sido una
persona que con dificultades empieza proyectos, pero nunca me ha gustado
dejarlos a medias. Sin ir más lejos, está el ejemplo del canal de YouTube que
abrí hace ahora 3 años.
Ya llevaba tiempo husmeando en YouTube con otro canal,
y subiendo vídeos, algunos editados de forma sencilla. Ha sido con el inicio de
la Universidad y el cambio que he hecho (o que más bien todo el mundo dice que
he hecho), que decidí abrir el canal que ahora cumple 3 años, 100 vídeos, 500
suscriptores y 250.000 visitas.
Pero hoy no he venido a
hablar de ese tema. Hoy quería explicaros un proyecto que empecé hace 5 o 6 años,
y no es otros que la redacción de un libro. Ni más ni menos.
“Te estás flipando Omar.
Una cosa es escribir cuatro, cinco o 18 entradas de blog y otra es escribir un
libro con sus tramas, sus páginas afiladas y sus letras chungas”.
Ahí te doy la razón
lector troll. Y sin saberlo, me embarqué en ello con 17 años. Ciertamente fue
una locura y jamás llegué a acabar ese proyecto. Alcancé las 20 páginas hasta
que me di cuenta que estaba plagiando cosas de series y libros que había leído.
Entonces me cabreé y lo dejé estar. Hasta ahora.
Durante mi paso por la
universidad, entre la representación de estudiantes, el curso, el canal de
YouTube y mí día a día, no he tenido tiempo a pararme a pensar en continuarlo
por donde lo dejé. Hasta ahora.
Habiendo acabado la
universidad, habiendo dejado de ser representante de estudiantes, y
sin faena como me encuentro ahora, he vuelto a empezar el libro que dejé a
medias. Y desde el principio.
Tengo la cabeza llena de
ideas, pero lo quiero hacer lentamente, fijarme en los detalles, aunar las
ideas buenas para hacer un buen producto, y rechazar las malas. Quiero hacer un
libro denso pero bien hilado. El típico libro que el lector pase la página
deseando saber qué demonios pasará en la siguiente. Un libro en el que la
persona que lo lea se sumerja y se evada de la vida. Un libro que robe el
tiempo de la gente como pasaba en Momo. Quiero ser el malo de sus vidas, el
“dealer” que les dé su droga para poder seguir viviendo, y que cuando un
personaje desaparezca, manifestaciones de gente en la calle pidan su retorno.
Quiero un libro cuya trama sea de ciencia ficción, con ciencia pura, teorías
disparatadas, y teorías reales. Quiero que el lector no sepa si está sentado
leyendo, o encima de una nube. Quiero matar a un personaje y que la gente
llore. Quiero que el lector sienta vergüenza ajena por determinadas
situaciones. Y si algo quiero por encima de todo es que el lector aprenda algo
del libro. Que no sea una página más del libro de su vida. Que sea LA PÁGINA.
Con esta evidente ilusión
empecé a escribir y hasta ahora no he parado. Y me hace feliz contarlo porqué
quiero que sepáis, que nada hace más contento a uno o una, que verse capaz de
volver a reemprender un proyecto con la intención de acabarlo, y sin prisa por
ello.
PD: Lo del “hola chicas, estoy soltero” del título
es porqué una de las cosas que más me pregunta la gente cuando le cuento mis
aficiones y le digo que escribo es “¿vaya, escribes? ¡Qué guay!” o cosas por el
estilo.