domingo, 30 de agosto de 2015

Discapacitados, trastornos psicopedagógicos y la soberbia del poder

¡Hola lectoras y lectores! Hoy os hablaré de política, pero de política estudiantil. De esa en la que llevo metido 4 años y de la que muchos profesores están deseando perderme de vista.
Como ya he dicho, llevo 4 años siendo representante de estudiantes, tanto en mi facultad como a nivel de mi universidad, y sé muy bien cómo funcionan las cosas en las universidades, la mayoría de trapos sucios, y la falta de organización en muchas ocasiones causada por el inmovilismo. Pero vamos al meollo del asunto, que lo estáis deseando.
Durante estos 4 años hemos conseguido hacer muchísimas cosas en la facultad y en la universidad. Muchísimas muchisisísimas, de tal manera que la facultad que dejo detrás cuando acabo la carrera, no tiene nada que ver con la que era. Antes las reuniones de delegados donde estos se quejaban, duraban horas y horas. Ahora las quejas son más referentes a los horarios de determinadas clases, cosa que difiere totalmente con lo que nos llegaban a contar en 1ero. Que si exámenes más difíciles en la mañana que en la tarde, que si la 3era lengua, que si la subida de matrículas, que si las notas de tal profesor, que si… bueno. 
Que sí. Que ha cambiado mucho la cosa, pero deja de echarte flores y cuenta lo que tenías que contar, que no tengo todo el día, pesado.
Vale, vale. No me hieras el corazón. Lo que quería contar es una cosa que me pasó el curso pasado por estas alturas de curso, y de lo que aun arrastro la espina.
Hace un año, propuse en una reunión de facultad, la incorporación de un reglamento sobre evaluaciones para gente con discapacidad, y trastornos psicoeducativos. Resulta que, según me dijeron ese día, no era suficientemente completo como para tirarlo adelante. Dicho de otro modo, preferían seguir sin un reglamento para evaluar de forma diferente y adaptada, a la gente con discapacidad, dislexia, trastorno de atención e hiperactividad, etc. que aceptar un reglamento teóricamente incompleto.
Como ya debéis deducir, no me quedé parado, y decidí que eso se iba a tirar adelante por huevos, antes que yo acabase la carrera. Así pues, como en Juego de Tronos cuando Robb Stark intenta derrocar al Rey Joffrey, empecé a buscar aliados entre los profesores. En esas estoy, y estaré el próximo mes. A partir de ahí, mañana en una Junta de Facultad (la reunión de las reuniones a nivel de Facultad), pediré la incorporación de un punto del día en la próxima Junta.
Sí amigos. El punto no será otro que un nuevo reglamento, consensuado, refutado, reescrito y basado en el anterior. Si consigo suficientes aliados, seremos la primera facultad de la Universidad en aprobar algo así. Si no, lo añadiré a mi lista de fracasos y moriré políticamente[[ALERTA SPOILER]] como hizo Robb Stark.
Ya no es que lo haga por la gente con discapacidad, que también (he tenido el brazo inmovilizado un mes y medio y no pude llevar a cabo prácticas, de modo que alguien con una determinada discapacidad podría no ser enfermero, cosa que vulnera varios derechos fundamentales), ahora ya es algo personal. Y personal no por otro motivo que porqué la misma gente que me lo rechazó la primera vez, dicen ir a favor de los estudiantes. ¿Pero qué estudiantes? ¿Los que no presentan discapacidades? ¿Qué pasa con los discapacitados? ¿No tienen derecho a una educación como la tienen los demás?
No entiendo que en una universidad donde tanta y tanta gente trabaja día a día, a nadie se le haya ocurrido el procurar que los estudiantes tengan garantizadas por reglamento, evaluaciones de acuerdo con sus posibilidades, y mientras pueda, tenga voz, tenga voto y me queden fuerzas, seguiré siendo el estudiante pesado que he sido estos 4 años. Y cuando deje de ser estudiante, espero pasar a ser el trabajador pesado que no se calle nunca.
Os seguiré informando.



PD: No puedo ocultar mi entusiasmo por que la gente comentase con “cuenta con mi arco”, “y con mis flechas”, “y mi espada”. 

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