¡Hola
lectoras y lectores! Hoy os hablaré de política, pero de política estudiantil.
De esa en la que llevo metido 4 años y de la que muchos profesores están
deseando perderme de vista.
Como
ya he dicho, llevo 4 años siendo representante de estudiantes, tanto en mi
facultad como a nivel de mi universidad, y sé muy bien cómo funcionan las cosas
en las universidades, la mayoría de trapos sucios, y la falta de organización
en muchas ocasiones causada por el inmovilismo. Pero vamos al meollo del asunto, que lo estáis
deseando.
Durante
estos 4 años hemos conseguido hacer muchísimas cosas en la facultad y en la
universidad. Muchísimas muchisisísimas, de tal manera que la facultad que dejo
detrás cuando acabo la carrera, no tiene nada que ver con la que era. Antes las
reuniones de delegados donde estos se quejaban, duraban horas y horas. Ahora
las quejas son más referentes a los horarios de determinadas clases, cosa que
difiere totalmente con lo que nos llegaban a contar en 1ero. Que si exámenes
más difíciles en la mañana que en la tarde, que si la 3era lengua, que si la
subida de matrículas, que si las notas de tal profesor, que si… bueno.
Que
sí. Que ha cambiado mucho la cosa, pero deja de echarte flores y cuenta lo que
tenías que contar, que no tengo todo el día, pesado.
Vale,
vale. No me hieras el corazón. Lo que quería contar es una cosa que me pasó el
curso pasado por estas alturas de curso, y de lo que aun arrastro la espina.
Hace
un año, propuse en una reunión de facultad, la incorporación de un reglamento
sobre evaluaciones para gente con discapacidad, y trastornos psicoeducativos. Resulta que, según me dijeron ese día, no era
suficientemente completo como para tirarlo adelante. Dicho de otro modo, preferían seguir sin un
reglamento para evaluar de forma diferente y adaptada, a la gente con
discapacidad, dislexia, trastorno de atención e hiperactividad, etc. que
aceptar un reglamento teóricamente incompleto.
Como ya
debéis deducir, no me quedé parado, y decidí que eso se iba a tirar adelante
por huevos, antes que yo acabase la carrera. Así pues, como en Juego de Tronos
cuando Robb Stark intenta derrocar al Rey Joffrey, empecé a buscar aliados
entre los profesores. En esas estoy, y estaré el próximo mes. A partir de ahí, mañana en una
Junta de Facultad (la reunión de las reuniones a nivel de Facultad), pediré la
incorporación de un punto del día en la próxima Junta.
Sí
amigos. El punto no será otro que un nuevo reglamento, consensuado, refutado,
reescrito y basado en el anterior. Si consigo suficientes aliados, seremos la
primera facultad de la Universidad en aprobar algo así. Si no, lo añadiré a mi
lista de fracasos y moriré políticamente[[ALERTA SPOILER]] como hizo Robb Stark.
Ya no es
que lo haga por la gente con discapacidad, que también (he tenido el brazo inmovilizado
un mes y medio y no pude llevar a cabo prácticas, de modo que alguien con una
determinada discapacidad podría no ser enfermero, cosa que vulnera varios
derechos fundamentales), ahora ya es algo personal. Y personal no por otro motivo que porqué la misma gente que me lo
rechazó la primera vez, dicen ir a favor de los estudiantes. ¿Pero qué
estudiantes? ¿Los que no presentan discapacidades? ¿Qué pasa con los
discapacitados? ¿No tienen derecho a una educación como la tienen los demás?
No
entiendo que en una universidad donde tanta y tanta gente trabaja día a día, a
nadie se le haya ocurrido el procurar que los estudiantes tengan garantizadas
por reglamento, evaluaciones de acuerdo con sus posibilidades, y mientras
pueda, tenga voz, tenga voto y me queden fuerzas, seguiré siendo el estudiante
pesado que he sido estos 4 años. Y cuando deje de ser estudiante, espero pasar
a ser el trabajador pesado que no se calle nunca.
Os
seguiré informando.
PD: No
puedo ocultar mi entusiasmo por que la gente comentase con “cuenta con mi
arco”, “y con mis flechas”, “y mi espada”.
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