domingo, 30 de agosto de 2015

Discapacitados Parte FINAL - House of Cards

Hola querido lector o lectora. 
Ya hace un par de entradas hablé sobre mi participación como representante de estudiantes en la facultad de Enfermería donde impulsé una normativa de evaluaciones para discapacitadosAlgo que no suena en principio muy apasionante, pero solo apreciable para los paladares más finos. El poder no es la información, ni es la riqueza ni es la suerte o alguna divinidad. 
El poder es poder, y en muchas ocasiones no somos capaces de apreciar dónde está el poder cuando lo tenemos.
Es como cuando yo pierdo mis gafas o no sé dónde demonios las he puesto. Revuelvo toda la casa, recorro todas las habitaciones, y no las encuentro. Y además soy miope. No encuentro las gafas hasta que pienso en lo que he hecho antes para llegar a esa situación, y entonces, en un flash de mi lóbulo temporal recuerdo dónde las puse.

Pues así es el poder, amigos. No sabemos que lo tenemos hasta que nos damos cuenta de lo que somos capaces de hacer, miramos atrás, y vemos lo que no éramos capaces de hacer antes y ahora sí.
“Vale, vale. Creo que ya ha quedado claro. Tenías poder en la facultad. ¿Y qué? Eso es otra manera de demostrar que eras un pringado con mucho tiempo libre”.
Gracias amable lector troll. Sigamos.
Tenía poder, y capacidad de cambiar cosas, pero los estudiantes siempre somos minoría en las reuniones de la universidad. Hagamos lo que hagamos, siempre habrá más profesores, y eso contando una asistencia del 100% de estudiantes, cosa realmente difícil. No obstante eso no implica necesariamente que no se pueda llevar adelante una iniciativa. 
He conocido mucha gente a lo largo de estos 4 años de representante, y sé que ser de la minoría e intentar impulsar algo que sabes que te van a frenar, es muy frustrante. Aun así no es imposible y con esa mentalidad empecé a mover las piezas del tablero de mi facultad.
Sabía que si solo yo tiraba adelante la normativa, por mucho que contase con el apoyo de mis compañeros representantes de estudiantes, no conseguiría nada. Eso me pasó el año pasado ya, y había aprendido la lección. Cuando alguien tiene poder, cuesta decir que sí a otra persona que no lo tiene. No sé por qué, pero el ser humano es terco en ese sentido.
Así pues, decidí buscar apoyo entre profesores. En caso de ser minoría, siempre debes buscar apoyo de quien sabes es influyente en el resto, y así hice. Además, eso me ayudó a mejorar el proyecto de normativa que presenté el año anterior, y a ver otras perspectivas que ciertamente me habían pasado por alto.
Con todo esto, fuimos a la reunión. Quien podría tirarlo atrás sabía las cartas que teníamos, pero nosotros llevábamos los deberes hechos de casa.
“Bueno, ¿y cómo acabó? ¡Me tienes en ascuas!”.
Simple. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. La normativa está aprobada, los estudiantes con discapacidad o problemas psicopedagógicos contarán con evaluaciones diferentes al resto, cuyas bases podrán consultar y reclamar siempre que quieran pues están en la Intranet de la facultad. Así fue como, pese a ser minoría y pese a no tener ninguna posibilidad de aprobar esa normativa, usando la cabeza y con el concepto “poder” claro, se puede lograr lo que uno se proponga.
Es fácil frustrarse cuando no se consigue algo. En momentos como ese solo hay que mantener la cabeza fría y pensar que sin su Rey, ellos no pueden ni tan siquiera jugar la partida.

PD: Cuando pienso en ello me siento muy Frank Underwood sin su psicopatía y sus problemas con la nicotina.

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