Bueno,
bueno, bueno. Apreciado lector que lleva semanas esperando una nueva entrada y
que se encuentra con este título. Bienvenido de nuevo y perdón por la espera.
Como verá usted, hoy hablaré de un tema muy y muy espinoso como es el machismo, el hembrismo, elfeminismo,
el masculinismo, y toda
esa bola de estiércol gigantesca que
se usa para etiquetar a alguien cuyas ideas son tan hípsters y transgresoras
que si no les pones un nombre, colapsas tu cerebro y produces una explosión
supernóvica (palabra inventada en este post que significa “procedente o con las
características de una supernova”).
Una vez
hechas las presentaciones, vayamos al meollo del asunto.
A
mí me han llamado machista en más de una ocasión y lejos de considerarme como
machista, yo me considero humano (“ciudadano
de un lugar llamado mundo” si queréis algo más bonito pero menos profundo). Lo
que sí es cierto es que, más allá de cómo te consideren cuatro personas que no
te conocen de nada más de lo que les quieres mostrar, soy de la firme creencia
que uno es lo que cree firmemente que es y no lo que los demás creen que es.
Dicho
esto, creo que considerarse a uno mismo como “feminista”, “masculinista” o
cualquier cosa con unas características bonitas y amigables, es un poco creído
por parte de esa persona.Es como si yo dijese que este
blog es la hostia. Nadie
dice que no lo sea, pero tampoco es mi papel como autor el decirlo. Dicho de
otro modo, que tu madre te diga que eres muy guapo, no significa que tú vayas
diciendo por ahí “joder, qué guapo que soy”.
Partiendo
de este punto, creo en la igualdad entre hombres y mujeres en todos los
sentidos y en todas las posibilidades. No entraré a analizar las diferencias
físicas porqué eso da material para otra entrada, si no que me refiero más bien
a nuestro papel en la sociedad. Sí amigos. Esa sociedad que discrimina a la mujer
en su lugar de trabajo por el hecho de poderse quedar embarazada. Sí amigos,
esa sociedad que en los anuncios de productos de limpieza siempre pone una
mujer y rara es la vez que ponen un hombre (cosa que suele llamar la atención
del espectador). Sí amigos, esa sociedad que da más tiempo de vacaciones a la
madre para criar al hijo, que al padre (total, no lo has parido tú, no te
quejes, eh, que vas de listo).
Pero como
en este blog analizamos la sociedad desde su raíz, vayamos al tajo.
Partimos
de una sociedad heteropatriarcal que… (y aquí vendría la crítica a la actual
sociedad que os voy a ahorrar porqué la gente se llena la boca de paridas sobre
el tema, y en realidad no tienen ni idea de antropología, ni saben de dónde
venimos ni a donde vamos). La cuestión es, como en todo, los extremos. El
extremo de procurar por el bien de los derechos de la mujer, es ponerlos por
encima de los del hombre (hembrismo). El extremo de procurar por el bien de los
derechos del hombre, es ponerlos por encima de los de la mujer (machismo). En
medio, tenemos el feminismo y el masculinismo, que a mi entender, son dos caras
de la misma moneda.
Una vez
analizado, pensemos en las relaciones humanas. Heterosexualidad,
homosexualidad, bisexualidad. Tres formas distintas de relacionarse en pareja
en una sociedad que genera controversia alrededor de las relaciones
homosexuales y bisexuales. Ahí, añadamos que la sociedad es machista con una
tendencia al feminismo, cuya colisión genera masculinismo y ciertas partículas
de hembrismo.
¿Ahora
entendéis por qué me considero humano? Si es que todo es más fácil cuando te
alejas de todo y lo miras desde fuera…
PD:
Es evidente que los papeles del hombre y la deben ser iguales en la
sociedad. Eso de que las mujeres saben hacer más de una cosa a la vez me parece
tan hembrista, como machista la publicidad de los Reyes Magos que promueven que
los niños jueguen a fútbol y las niñas a muñecas. ¿Acaso no hay hombres y
mujeres pianistas que con una mano tocan unas notas y con la otra, otras?
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