domingo, 30 de agosto de 2015

Aragorn, mochileros y el alcoholismo.

Tengo pendiente hablar de un tema espinoso que me ha pedido un amigo que sigue el blog. Pero hoy no es ese día (sí amigos, acabo de emular a Aragorn en El Retorno del Rey, no paro de romper moldes). 

Hoy quiero hablar de la vida. Así, en general. Porqué todos tenemos nuestra vida. Vuestra vida. Tan diferente de las demás y a la vez tan igual. Y cuando nos paramos a mirar de lejos, vemos que es corta. Y no deja de ser cierto que nos damos cuenta que la estamos desperdiciando, al mismo tiempo que vertemos un poco de tierra encima de ese sentimiento con palabras melosas para auto-complacernos con un "bueno, he disfrutado lo que he vivido".
Hace días que me estoy cuestionando qué he hecho con mi vida, qué hago, y qué haré. Cosas de acabar la carrera y cerrar una etapa.



Y cuando miro a tras, veo que he hecho mucho, que he vivido cosas que jamás creeríais, que el día que escriba mis memorias, la gente flipará con que a los 22 años tengas las historias que tengo para contar y que me las haya callado hasta entonces. Bueno, callado... siempre hay la gente de tu círculo próximo que las sabe y que en caso de ir todo mal, siempre puede ser tu salvoconducto a la realidad del día a día.


"Qué pesado estás últimamente, Omar, a ver cuando vuelves a hablar de dictadores".
Aun así, hay personas a las que envidio profundamente. Son aquellas que un día cogen una mochila y se van a la aventura. Yo no podría vivir sin tener las cosas calculadas, y en cambio, esa gente va por el mundo improvisando las cosas sobre la marcha y aprendiendo de todo para adaptarse a nuevos medios. Hay que tener coraje para hacer algo así.

Otro tipo de persona es la que sale de fiesta para sentirse vivo. Y bebe. Y vuelve a beber. Eso les hace sentir más y más vivos. Y cuando finalmente su vaso ha sido vaciado, otro bebedor los convence para beber más y más para gozo del amo del local. Y ellos "felices" que están. Bebiendo tanto que no saben qué hacen ni qué dicen. Siendo tan poco ellos, que se sienten liberados de su propia persona y de sus complejos. A esos no les envidio tanto. Hay que quererse muy poco y tener mucho complejo de inferioridad para hacer algo así de denigrante.

Pero bien. Cada uno con sus problemas. Yo también los tengo y no los voy lloriqueando en mi blog, aunque podría.
¡Qué demonios! ¡Voy a contaros cómo el otro día se me derramó un tarro de azúcar! ¡Qué desastre... 
Pd: El objetivo de esta entrada es mostrar que hay muchas maneras de disfrutar de la vida. No es una crítica a mis lectores alcohólicos. 

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