El
mundo está lleno de gilipollas allá donde quiera que vayas. Esta realidad en ocasiones nos hace perder la
fe en la humanidad, si no fuera por otra realidad aún más impactante. Todos
llevamos un gilipollas dentro que nos hace ser el gilipollas que entorpece a
los demás.
Hablemos
del ser humano. Naces, creces, te relacionas, te reproduces y mueres. En todo ese ciclo, te da mucho
tiempo y tienes muchas ocasiones para ser un gilipollas con los demás.
A veces incluso lo eres constantemente.
“Tú
llevas retrasando el post sobre Oriente Próximo un mes y ahora nos vas a dar
lecciones de…”
A ver,
querido lector. Ahora mismo te estás poniendo un pelín gilipollas. No pasa
nada. Es una realidad. No hace falta ofenderse por recibir el atributo de “gilipollas”
por otra persona, siempre y cuando no se esté refiriendo a ti como tal por tal
de herir tus sentimientos.
¿Qué es
ser gilipollas? Según la RAE, un gilipollas es una palabra vulgar para referirse a
alguien como “tonto o lelo”. Vaya.
Así que un gilipollas es alguien tonto o lelo.
Recuerdo
que una vez, una persona me contó que un enfermero se refirió a la gente con accidentes cerebrales como
“gilipollas”. Un enfermero. Bien. Sigamos.
Os
explicaré lo que entiendo yo por un gilipollas. Ese enfermero de la anécdota
anterior era gilipollas. A mi
entender, un gilipollas es la persona que, no pretendiendo ser o parecer listo,
se muestra con arrogancia, egocentrismo y prepotencia, con aires de
superioridad hacia los demás, y haciendo gala de su tontería por ello. Eso es
para mí un verdadero y mayúsculo GILIPOLLAS.
Pero
sigamos indagando en el tipo de persona calificada como “gilipollas”. Como ya he dicho, todos tenemos
un gilipollas dentro. Un gilipollas que nos hace ser quien no queremos ser, que
nos mueve de forma egoísta, injusta y con unos valores éticos y morales que no
tienen por qué ser los nuestros aunque en ocasiones, más de un gilipollas se
deja llevar por su verdadera forma de ser.
¿Estamos
diciendo entonces que el ser humano es gilipollas por naturaleza? No amigos. No hay ningún niño gilipollas a
no ser que a sus padres les haya dado tiempo a volverlo así.La
inocencia de un niño reside en su falta de gilipollez, aunque algún gilipollas
menor hemos conocido todos a lo largo de nuestra vida.
Un buen
gilipollas jamás reconocerá serlo. Si lo reconoce, no se estará comportando como un gilipollas, si no
que se moverá por un razonamiento que quizás no sea el habitual, pero
razonamiento al fin de cuentas.
El
buen gilipollas se comporta sin razón. No tiene motivo para ser egocéntrico,
injusto y prepotente. El buen
gilipollas no sabe que se está comportando como un gilipollas. Se basa en una
serie de reglas infumables que le hacen seguir unas normas egoístas.
Otro
punto interesante de todo buen gilipollas es que no respetan otras formas de
pensar. La suya es la mejor y la tuya una patética forma de comportamiento
inferior a las suyas en todo tipo de ocasión. El buen gilipollas intentará
buscar aliados gilipollas, aunque no necesariamente los encontrará, pero ya le
va bien tener gente detrás que lo apoye por otros motivos. Quedarse solo le
debilitaría y acabaría imperando la razón en su mente.
Esta ha
sido la descripción de un gilipollas de verdad desde mi punto de vista.
“Y
oye, ¿cómo afrontamos una discusión con un gilipollas?”.
Buena
pregunta lector. Solo hay dos formas para acabar una discusión con alguien
gilipollas. La primera es callar y seguir a tu rollo (esto incluye darle la
razón o no). La segunda es ser un gilipollas tú también. Así vencerá el que diga la gilipollez
más grande y consiga más puntos de gilipollas.
Esa ha
sido todo. Espero que os sirva mi guía contra la gilipollez.
PD: El motivo de este post es el siguiente video:
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