Sé que hace mucho que no publico nada, cosa que no significa
que no haya escrito nada. De hecho, tengo muchas entradas por publicar que se
han quedado en el tintero, pero por falta de tiempo no he publicado.
Llevo un par de meses a tope de faena. Trabajando en el
hospital, con el doctorado, grabando el vídeo contra las drogas de este año,
además de algún que otro concurso más, y, como los últimos tres años, liado con
la Liga de debate interuniversitaria de la Xarxa Vives. Todo supongo que en búsqueda de algo que de sentido a mi vida, no vaya a ser que un día me levante por la mañana sin nada que hacer, y resulte que mi vida ha perdido su sentido.
Esta edición de la liga de debate ha supuesto mi punto y
final a 4 años disputando debates y competiciones de este tipo. Cuatro años en
los que he podido evolucionar como orador, aprender a expresarme en público, y
he perdido el miedo al qué dirán (si es que lo he tenido alguna vez).
Pero como en todo en esta vida, igual que se abren etapas en
la vida, hay que saber cerrarlas. Así es como he acabado mi periplo como orador
en ligas de debate. Un camino que he acabado con la liga de debate que tuvo
lugar en Barcelona la semana pasada, en la que quedamos 6tos de 14 universidades
de habla catalana, en la que disfrutamos mucho, nos lo pasamos genial durante
todos los debates, conocimos gente alucinante, y nos reencontramos con grandes
amigos del debate.
Han sido cuatro años en los que, pese a que tampoco le suelo
dar demasiada relevancia, visto en perspectiva, las competiciones de debate han
influido muchísimo en mi día a día, en mis amistades, y en mi forma de
comprender y adaptarme a la vida y los cambios que transcurren en ella.
“Uf, menudo tostón de entrada”.
Lo sé. No me alargaré demasiado. Solo quería animar a todas
aquellas personas que lo ven lejos.
Esto último es importante. En las competiciones de debate,
no sabes qué postura defenderás hasta unos minutillos antes de empezar, ergo
necesitas saber cómo defender ambas posiciones, y por ello, entiendes,
empatizas, y sabes lo que pretende el contrario. Creo que esa es la gracia de
las competiciones de debate, ir más allá de defender tu postura, para aprender
de la otra, y comprender que más allá de ideas, hay personas.
Al margen de eso, también se aprende a ganar y a perder,
cosa necesaria hoy en día, que estamos más acostumbrados a ganar siempre, que
nuestros padres o abuelos. Y digo necesaria, porque la frustración de perder
cuando has ganado antes, es algo realmente duro, y que pide práctica.
Está claro que cuando ganas, no te generas frustración, pero
sí se crea frustración en la mente de quien ha perdido, y es ahí donde hay que
saber ganar, del mismo modo que perder.
Dicho esto, y a sabiendas que esta entrada no me ha quedado
para nada tan épica como la del año pasado, acabo este episodio de mi vida
sobre debates. Que igual acabo escribiendo un epílogo, pero eso ya no dependerá
solo de mí.