miércoles, 23 de diciembre de 2015

Navidad, navidad, dulce navidad.


Hoy jueves toca entrada. Sí. Se lo que estaréis pensando. Llevo dos semanas sin escribir nada. No ha sido cosa mía, ya sabéis que por estas fechas la gente tiene compromisos y se piden vacaciones en la faena, y a los pardillos como yo nos toca reemplazarlos en sus lugares de trabajo para que el universo siga pareciendo un sitio perfecto pese a que dista mucho de serlo.

El caso es que he empezado a trabajar como enfermero, y podría escribir muchísimas cosas al respecto. Enfermeras buenas, enfermeras menos buenas, calendario incesante, precariedad laboral, pacientes insistentes, otros que son quizás demasiado exigentes con un servicio recortado hasta la saciedad… No me apetece. Ya se habla demasiado del tema y este no es un blog normal y corriente.
Hoy os vengo a hablar de la Navidad. Navidad, por si no lo sabéis, es mañana.

“Vaya, sorpresa, sorpresa”.

Un día genial para trabajar porque cobras una suma bastante interesante, y si eres simpático como yo, hacer compañía a los pacientes que no pueden estar con sus familias por navidad es una experiencia gratificante.

La navidad es una fecha marcada con un alto contenido religioso en sus orígenes, dado que es el cumple de Jesus Christ, el protagonista del libro más vendido de la historia. Pese a este tipo de teología que envuelve a la navidad, es una fecha que otras culturas también celebran, y además es un día de reuniones familiares, cenas, fiestas, jubilo y diversión.

¿Pero por qué hay tanta gente que solo tiene el llamado “espíritu navideño” de generosidad y repartir amor por doquier, únicamente una serie de días al año?

Mi teoría está basada en la historia de “Cuento de Navidad” de Dickens. Los pobres son felices siempre que puedan seguir viviendo en unas condiciones simples y con estabilidad. A los ricos, más de lo mismo. Creo que la distinción normal no se hace entre la gente que tiene dinero y la que no la tiene, y decir que en “Cuento de Navidad” el señor Scrooge es malo porqué es rico me parece una falacia. Los ricos no siempre son malos. Simplemente quieren seguir siendo ricos.

Son los trepas y la gente que se aprovecha de la buena voluntad de los demás, los que realmente pudren a la sociedad. Me explico. En la historia, el señor Scrooge se aprovecha de sus trabajadores para ganar dinero, pero hay diversas formas de poder además del dinero. Por ejemplo, el poder político, o la fuerza física, o el atractivo físico.

Pero volviendo al espíritu navideño, creo que todo el mundo, ya sea un trepa o una persona con principios éticos, no puede ser de ese modo todo el año. Es decir, el ser humano necesita de los demás, y es en eso que llaman “espíritu navideño” que se muestra en las películas y series de televisión, ese sentimiento de compasión, amor o fraternidad hacia los demás, que demuestra un cierto grado de empatía que una persona con psicopatía no podría enseñar.

Igual después de Navidad, el señor Scrooge volvió a ser un cabrón egoísta. De hecho, es lo más probable, y más teniendo en cuenta la visión futurista que le enseña el fantasma del futuro. Aun así, el pequeño Timmy pudo pasar unas navidades con su familia, y si sobrevivió, quizás explicó a sus hijos y nietos cómo comportarse por Navidad, arraigando así este tipo de “espíritu navideño” en la cultura y sociedad.

En definitiva, la cultura es lo que hacemos en nuestro día a día, y eso del “espíritu navideño” es una milonga de las grandes multinacionales para consumir más. Lo que hace falta es un cambio cultural para extender esta manera de ver el mundo que tanta gente solo tiene por estas fechas, hacerlo duradero para todo el año, y así mejorar nuestra sociedad.


Dicho esto, ¡feliz navidad, felices fiestas! ¡La próxima entrada será la última del año!