martes, 10 de diciembre de 2019

Entrada de respuesta: “podrías hablar de Dios”. PUES CLARO


Estaba yo haciendo mi aburrida y monótona vida tranquilo, fracasando como siempre y trabajando como nunca, y ya me había olvidado que yo, en algún pasaje de mi vida, escribía algo más que prácticas para la Universidad (donde ahora compagino mi trabajo en el hospital de enfermero, con la carrera de Ciencias políticas y de la Administración).

Bueno. Pues eso que desayuno, y yo que soy un reloj. A los pocos minutos viene el apretón que limpia mi intestino grueso haciendo de mi vida intestinal una de las más saludables que conozco. Y mientras lo hago cada día, pues reviso el correo. En esas que veo un mail del blog. Un comentario de una lectora antigua, que en su día (18 de septiembre del 2017) me pidió que, por favor, hablase sobre Dios.


Bueno, para qué nos vamos a engañar. Sudé de la muchacha. Siempre he sido muy déspota con mis lectores. De hecho, en mi libro, que encontraréis en Amazona muy buen precio (aquí dejo el link), insulto a quien lo lee. Y mirándolo bien, me pagan por insultar al lector. La vida puede ser maravillosa.

Dicho esto, la insistente lectora, esta semana me mandaba otro comentario, DOS AÑOS DESPUÉS, para preguntarme sobre Dios. Como con rintintín, ¿sabéis?

“Amy None 8 de diciembre de 2019, 21:06
Quizá tardas otro año en leerlo pero para cuando sea,me gustaría conocer tu opinión, así que por favor??”

Se refiere a mi opinión sobre Dios.



Bueno. Vamos a ver. Ejem. ¿Qué diantres lleva a una persona, dos años y dos meses después, a acordarse de que un tonto que escribe en un blog, no le contestó una pregunta? Parad un momento a imaginar la paciencia de Amy esperando dos años y dos meses a que yo, un tío que, siendo realistas, me olvidé hasta de que tengo un blog, le responda una pregunta de un tema que no interesa a nadie en un blog que tenía una media de 100 lecturas por entrada, y eran entradas de “uy voy a ver esto, mucho texto, me voy”; y ella esperando pacientemente a que yo le responda algún día de estos, cuando si eso tenga tiempo.

No voy a regodearme en el tiempo que llevas esperando mi respuesta, estimada Amy. Creo que mereces una respuesta clara y concisa sobre qué opino yo de Dios, y te la daré. No sin antes explicarte que mira, la vida en ocasiones nos deja muchas preguntas sin contestar. Como, por ejemplo, por qué mi ex me dejó, por qué alguien abandonó la perra que adopté siendo la mejor perra del planeta, por qué hay gente que me odia, siendo yo el tipo más simpático, guapo, y modesto del planeta, o por qué existe el derecho si es más fácil matarnos a machetazos por la calle.
Preguntas sin respuesta.



Dicho esto, querida Amy, te respondo. No creo realmente que sea importante lo que yo opine de Dios, sino que es más importante lo que opine esta entidad sobre mí. Seguro que de existir y tener capacidad de percibir algo, se está descojonando viendo cómo mi vida va de mal en peor. Pero bueno. Qué puedes esperar de un ente que permite que muera gente de enfermedades crueles, que haya guerras injustas, hambre, destrucción de la naturaleza, y pobreza.  Ojo, no digo que no exista, que puede existir o no existir. Eso se lo dejo a los teóricos de la física que indagan en el origen de la existencia energética de todo. Solo digo que, de existir algo que pueda ser considerado como creador del todo, seria raro que le importase lo que hagas o dejes de hacer en tu día a día.

Por otro lado, las religiones fundamentadas en la creencia de un Dios con atributos humanos, simplemente tienen su sentido en un estado preconstitucional que no tiene apenas seguridad jurídica, y, por lo tanto, necesitadas de un marco legal, se inventaron un marco ético a partir de reflexiones morales que permitiesen a sus “fieles” cumplir con los ideales sociales de la época. Que igual, en algunas ocasiones han quedado algo desfasados, pero ahí también reside en la actualidad la cultura de las sociedades diversas que componen nuestra realidad, es decir, que cuando acaba de tener sentido ético la religión como norma social, pues es cuando se acepta o no, como norma cultural para formar parte de un colectivo.



No sé si te he contestado, apreciada Amy. Espero que sí. Y gracias por insistir y acordarte del Blog más que el propio autor.