“Hola, soy el señor (o
señora, la verdad es que nunca me había planteado cuál era mi sexo) cursivo, la
voz en cursiva que comenta las entradas del blog de Omar. Hoy, aprovechando las
fechas y que él está por ahí, leyendo algún libro de chistes malos, os voy a
contar un cuento.
Había una vez, en una
ciudad muy muy lejana, un señor muy y muy huraño y cruel, al que le gustaba
hacer humor negro y reírse de todo, además de restregarnos sus premios a todos
por la cara, y poner verde a la gente que conocía en su blog sin que nadie se
diese cuenta de nada. Su nombre era Omar, y tenía lo que él llamaba “Blog
Políticamente Correcto”, (donde un servidor comentaba en cursiva lo que todo el
mundo pensaba al leerlo).
Se acercaba Nochebuena
y el déspota de Omar preparaba una entrada en la que, el muy canalla, iba a
despotricar de alguna de las múltiples chicas que le dan calabazas al ver el
ser vil que es en realidad. Además, iba a publicar en Facebook un resumen de
los premios que había ganado este año, como si no los hubiese contado ya miles
de veces el sinvergüenza.
Al señor Omar, sus
amigos lo habían invitado a salir por ahí de fiesta esa noche, a lo que él, con
toda su antipatía, les había dicho que no, con un sonoro “¡paparruchas!”. Para
él, las navidades no eran más que una serie de días en las que El Corte Inglés
y el Carrefour, se hacían su agosto particular entre compras y más compras. Ese
maldito degenerado solo veía dinero donde los demás veían personas”.
“Vaya, esto no lo
tenía calculado… ¡Omar, mira, te he comprado el último tomo de Ataque a los
Titanes, donde se descubre la verdad del sótano de Eren!”.
¡Oh, genial! A ver que hay por aquí…
“Perfecto, esto le
distraerá mientras yo prosigo con la historia.
Ese ser vil, se iba a
pasar la Nochebuena jugando al PC y leyendo cómics mientras comía turrones y
carbón de azúcar. Pero como la diabetes es un castigo a largo plazo, algo
estaban preparando los espíritus de las navidades pasadas, presentes y futuras
para esa noche.
Tocaron las doce de la
madrugada y por arte de birlí viroque, nuestro malhechor cayó derrotado sobre
su cama mientras leía “El Principe” de Maquiavelo en formato manga (sí, porque le daba pereza leerlo en su versión normal).
Fue entonces cuando,
desde una rendija de la ventana, entró un aire que se diferenciaba del resto de
aires exteriores, por su calidez. Ese era el espíritu de las navidades pasadas,
que dio unos toques en la espalda a Omar para despertarlo. Al romper el sueño,
éste levantó la cabeza y vio un ser conocido para él, un amigo suyo para ser precisos. Pensó
que estaba soñando, así que buscó algún tipo de arma, pero al no hallarla, el
espíritu le espetó:
- Oye, Omar, bonito,
que soy el espíritu de las navidades pasadas y vengo a llevarte al pasado para
que veas cómo eras.
- Madre mía, qué sueño
tan real. ¿Será de aquellos con stripers?
- ¡Ay mi madre! ¡Pero vístete,
cerdo! – mientras el espíritu amigo le atizó con una sonora hostia.
- ¡Uh! Pues para ser
un sueño, duele bastante…
- Calla que no tenemos
todo el día… - y dicho esto, el espíritu amigo chasqueó sus dedos y en un abrir y cerrar de ojos se hallaron en la misma habitación, pero
con las paredes limpias de posters, y el suelo sin basura.
- Ah, ya lo entiendo.
Eres el espíritu de las navidades pasadas y vienes a llevarme al pasado.
- Eres más lento de lo
que me habían dicho. Bueno. Calla, que ahí viene.
Los dos seres
anacrónicos se callaron mientras miraban cómo entraba un niño a la habitación.
Era Omar, con 9 años, entraba a su habitación después de llegar del colegio, y
sin tiempo para nada, volvía a salir para ir a jugar.
-No veas, qué joven y
gordo estaba – dijo el Omar del futuro al verse 16 años más joven – qué malos
eran los Bollicaos.
- ¿No te das cuenta? –
replicó el espíritu de las navidades pasadas – En esa época no tenías
preocupación alguna, y simplemente estabas interesado en divertirte y jugar.
-Bueno, no exactamente
espíritu – contestó Omar – En esa época había suspendido el examen de
matemáticas de dividir con dos decimales y estaba preocupado por si mi madre se
enteraba. Además, me había pasado la liga Pokémon y creo que nada me preocupaba más que eso.
- ¿Y acaso no eras un
niño feliz? Vamos Omar, muéstrame algo de actitud para ver más allá de lo que ven tus ojos... – dijo el espíritu sonrojado al no esperarse esa respuesta.
- Bueno. Era gordo. Si
te vale eso…
- Veo que no
arreglaremos nada contigo macho, eres mal estudiante, mal amigo, mal hermano, mal hijo, mal enfermero y mal amante, y eso último ya lo demuestras en tu blog. Vamos, un desastre de persona. – dicho esto, el espíritu, con chasquido de dedos, hizo
volver a ambos al presente – me largo, ya se las apañará contigo el espíritu de
las navidades presentes, aunque ya te avanzo que no hay solución para lo tuyo más que aceptarte como eres – y tras decir esto, desapareció en la nada.
Omar, al creer que era
todo un sueño, y al recordar la versión de “Cuento de Navidad” de Disney, no se
extrañó en absoluto, y siguió durmiendo. Cosas de ser milenial.
Al poco rato un
espíritu en forma de aire algo apestoso, entró por la ventana. Al olerlo, Omar
despertó de inmediato, y al materializarse este, Omar le dijo:
-¿Eres el espíritu de
las navidades presentes? Ya te podrías haber duchado antes de venir a trabajar,
cacho de guarro. Por cierto, ¿por qué tienes la cara de mi primo Naufel?
- A ver. Pelo moreno,
delgado, acné, mala leche… Tú debes ser Okar. Encantado. Quiero pensar que sí,
soy el espíritu de las navidades presentes. A ver… en verdad me hace la
misma gracia que a ti estar aquí, así que vayamos al tajo – y una vez dijo
esto, tras hacer sonar su axila de forma horrenda y desagradable, se
teletransportó a él y a Omar al hospital de Girona.
- Bueno, ¿qué te
parece? ¿Sabes dónde estamos? – preguntó el espíritu.
- Sí, claro. Haciendo
horas extra en el hospital. A ver, espíritu, he trabajado aquí, nada de lo que
vea me va a hacer enternecer ni llorar. Me han dado tantas calabazas y he
vivido tantas putadas que nada me puede deshelar el frío corazón que me ha dado
esta dura vida.
- Quiero pensar que oui, bueno Okar,
sígueme – dijo el espíritu mientras andaba por el pasillo del hospital en busca
de una habitación.
Al llegar, el espíritu
se sentó en la cama, y mientras miraba a la mujer que yacía en ella, le
preguntó a Omar:
-¿Reconoces a esta
mujer? Y no me refiero de alguna reyerta de las típicas tuyas que luego cuelgas en the hil of violence. Fue tu paciente.
-No sé, espíritu, he
tenido tantos pacientes que no los recuerdo a todos. Ahora no me suena. De hecho, me cuesta pillarte las referencias. ¿De verdad no eres mi primo Naufel? –
contestó Omar sin mostrar signos de emoción.
-Uy, pues esta señora sí te
recuerda a ti, sí. En su último ingreso te preocupaste de hacerla reír cuando
estaba pasando por un mal momento, eh, payasote, y en su alta, preguntó por ti. Ahora ha
vuelto a ingresar y todo apunta a que será la última vez… - dijo el espíritu
con voz temblorosa.
-Bueno espíritu, qué
quieres que te diga, la gente vive y muere. La vida es así, ¿no viste mi magnífico
discurso de graduación? – dijo Omar mientras buscaba su teléfono para enseñarle
el vídeo de YouTube.
- Quiero pensar que sí. No te preocupes, ya
leí la entrada de blog. O más bien las entradas de blog. Eres pesado para este
tipo de cosas, pero no para las que lo deberías de ser. Ojalá dedicases el
tiempo que dedicas al blog, a estudiar, seguir formándote, y trabajar para
mejorar el sistema sanitario – dijo el espíritu con voz grave mientras se
levantaba.
-¡Mira espíritu, demagogia
aquí no, macho, que esto no es una liga de debate! – decía Omar mientras
gesticulaba para mostrar su indignación.
- ¡Tú que siempre
quisiste cambiar el mundo, ahora te dedicas a ofuscarte con tus fracasos y no
eres capaz de tirar adelante para mejorar tu vida de una vez y por todas! ¡Solo
sabes llorar en tu blog que no lee nadie, fardar de listillo, y esperas que la
suerte te siga sonriendo como ha hecho siempre, sin mover un solo dedo!
¡Tuviste suerte en la carrera, en el máster, en las oposiciones, en el Skyrim,
y así siempre, pero tu vida no deja de ser una basura porque no te esfuerzas en
nada! – decía el espíritu indignado mientras todo lo que le rodeaba a él y a
Omar se tornaba oscuro, tenebroso y rodeado de un humo negro - ¡Deja de meterte
con los demás, y céntrate en hacer las cosas bien, esforzarte, y trabajar para
no tener que depender de la suerte siempre!
- Mira espíritu, te me
relajas, que te veo muy subidito. Además, la vida no es tan sencilla como la pintas. A veces, por mucho que te esfuerces, todo sale mal. Todo. – replicó Omar sin argumentos.
-Eres burro - dijo de forma tajante el espíritu.
-Bueno. ya empiezan los insultos... - contestó Omar.
-No lo has entendido. Te contaré la historia del burro y el pozo - dijo el espíritu mientras se teletransportaron a una aldea - esta es la historia de un burro que en un desafortunado accidente, cayó en un pozo seco. El amo del burro, al ver que el pozo estaba seco y el burro era viejo, decidió llamar a sus vecinos para, entre todos, sepultar al burro y tapiar el pozo. Así pues, cada vecino llevó consigo una pala de sus respectivas casas, y una vez congregados, empezaron a cargar las palas y a tirar tierra al pozo. El burro que de dio cuenta de todo, empezó a llorar suplicando que no lo hiciesen, que él no merecía tan desafortunado destino, que suficiente carga era ser burro, como para caer en un pozo, y encima morir enterrado vivo. Los vecinos desoyendo las súplicas del burro, siguieron echando tierra, hasta que de pronto, el burro dejó de llorar. Los vecinos, sorprendidos, se miraron pensando que no habían echado suficiente tierra como para sepultar al burro, y a continuación, miraron dentro del pozo. Resultó que el burro había aprendido a deslizar la tierra que le caía encima, por su lomo, y a pisar los montones que le tiraban. De este modo, el nivel del suelo fue subiendo, y el burro consiguió salir del pozo por su propio pie, gracias a la tierra que le habían tirado para acabar con su vida - concluyó el espíritu.
-Bueno. Muy bonito lo pintas, pero eres solo un espíritu y no sabes por lo que paso yo - reiteró Omar.
-¡Te voy a decir una
cosa Omar, porque me estás cabreando ya con tus tonterías! – contestó el espíritu sin prácticamente dejar a nuestro protagonista acabar - ¡Todo lo que
tienes, no lo aprecias y no lo mereces! ¡Gente con menos cosas que tú, aprecia
lo que tiene y sabe disfrutarlo! ¡Deja esa mentalidad de perdedor y aprende a
aceptarte tal y como eres!
Tras decir esto, el
espíritu hizo el mismo sonido desagradable con la axila, y en un instante, Omar
se encontraba en su cama como si nada hubiese pasado.
-Me habré quedado
dormido otra vez. Qué sueños tan raros… Puto Disney, cómo juega con mi mente…
Dicho esto, Omar
volvió a cerrar los ojos y a quedarse dormido.
Al cabo de unos
minutos, un aire gélido entró por una pequeña rendija de la ventana. Este aire
circuló por la habitación y se materializó en el borde de la cama de Omar, en
forma de una joven muchacha. Al notar los pies fríos, Omar se despertó para
intentarse abrigar pensando que, con tanto teletransporte, se habría caído la
manta. Al levantar la cabeza y ver a la chica gélida, casi le dio un soponcio.
-¡Vamos, no me jodas!
¿Otro espíritu? ¡Ya podríais haber venido todos a la vez y dejarme dormir
tranquilo, hostias! ¡Esto de dormir a trompicones debe producir cáncer cuanto
menos! – refirió Omar a la joven.
Al girarse la muchacha
con una sonrisa, Omar se estremeció. Esa cara la había visto antes. Sí, era una
de las chicas que le habían dado calabazas a lo largo de su vida.
-Mira. Yo ya paso de
ir a ningún lado y menos contigo, espíritu. Ya te podrías haber materializado
en otra persona. Tanto tocarme las narices durante toda la noche, ahora encima
a tocarlas con ganas – y acto seguido, Omar se tapó la cabeza con las mantas.
- Uy, pues yo pensaba que ya lo había superado... bueno... Querido Omar. He
venido a llevarte al futuro. Quiero que veas algo. – dijo la joven mientras
miraba sonriente a nuestro protagonista.
Este la ignoró durante
un rato, hasta que dijo:
-Bueno, pero que sea
rapidito. Con esa cara no sé decirte que no… menudo pagafantas estoy hecho…
Acto seguido, el
espíritu de las navidades futuras dio tres palmadas y se teletransportaron a un
lugar luminoso. Se trataba de un pasillo que rápidamente reconoció Omar como la
universidad donde estudió. Estaba vacío, pero pronto se abrió una puerta y
empezó a salir gente. Al ser seres incorpóreos, eran constantemente atravesados
por la multitud, pero el espíritu le hizo un gesto con el dedo a Omar para que
se acercasen al interior del aula. Ahí, dos estudiantes sentados, hablaban
mientras comían un bocadillo.
-Ahora escucha de lo
que van a hablar estos estudiantes – dijo el espíritu de las calabazas futuras.
-Pues se ve que ha
muerto, pobrecillo, descanse en paz. La verdad es que era buen profesor en el
fondo – dijo un chico joven con aspecto imberbe.
-¡Qué dices, tío! A mí
me hizo ir a las recuperaciones por sacar un cuatro con nueve. Menudo hijo de
puta era. No me alegro que se haya muerto, pero vamos. Era un cabronazo.
Además, sus chistes eran malísimos, ya no hablemos de cuando descubrimos su
canal de YouTube de cuando era joven, buah, ¡qué patético! – contestó otro
chico con evidentes problemas de sobrepeso y sudoración excesiva.
Omar, con lágrimas en
los ojos cogió a la chica espíritu del brazo y le dijo:
-Por favor, vámonos. Ya
he pillado que hablan de mí. No me gusta que se rían de esta forma sobre mi
muerte. Es cruel. Quiero ir a casa – dijo Omar mientras una lágrima se
desprendía de su párpado para fluir por su mejilla.
-Espera un poco y
verás – dijo la chica espíritu del futuro.
-¡Qué cabrona, me
haces sufrir en vida, y ahora en forma de espíritu materializado! – replicó Omar
mientras volvía a dirigir su atención a los jóvenes.
-Ya ves… ¡O el blog
donde contaba sus fracasos amorosos! ¡Fue la risa cuando llegó a clase y se
encontró el blog abierto en el proyector! Como profesor un cero. Y más cuando
nos puso vídeos de 4chan para explicarnos lo que era un traumatismo
craneoencefálico. De verdad, es que no era serio.
-O cuando nos pasó las
preguntas del examen en el Power Point, y resulta que eran falsas. Qué trollazo
de profe. Eso sí, se enrolló mucho cuando en la recuperación colgó el examen en
el Moodle el día antes del mismo examen, y sin avisar a nadie – dijo el chico
imberbe mientras esbozaba una sonrisa entrañable.
-Ya. Era un cabronazo,
pero era nuestro cabronazo. El típico profe con el que aprendes de verdad, y no
uno de estos que leen la presentación, hacen un examen, y el resto de cosas les
dan igual. Con él aprendías y te descojonabas en clase. Descanse en paz – dijo el
chico con sobrepeso.
-¿Ves? Te lo dije. Te
recuerdan por cómo eras y cómo les trataste. No tienen ningún rencor, porque
con tu forma de ser es imposible que te lo guardasen. ¿Recuerdas a ese profesor
que te dijo “nunca cambies, Omar”? Pues aquí tienes una muestra de cómo te verá
la gente si sigues siendo el mismo. – dijo el espíritu dirigiéndose a un Omar
sonriente.
-A veces cuesta ser
así cuando ves que todo se va al garete. Con el corazón roto y un futuro
incierto, cuesta creer que haya un futuro para sonreír – respondió Omar
mientras aún contemplaba a los dos jóvenes.
-Lo hay Omar. La vida
vale la pena precisamente porque las cosas nunca salen como las planeamos,
incluso las que prevemos que irán mal. Ahí es donde reside la gracia de estar
vivos – contestó la chica espíritu de las calabazas futuras, que después de
decir esto, aplaudió nuevamente, y devolvió a nuestro protagonista a su cama de
nuevo.
A partir de ese día,
Omar aprendió una valiosísima lección. Nunca debemos sucumbir a las
inclemencias de la vida, ni nos debemos dejar tumbar por las hostias que nos da
nuestro aciago destino. La clave de ser feliz es entender que todo eso forma
parte de nuestra vida. Y con esa lección aprendida, durmió toda la noche.
Hasta que apareció
otro ser en la habitación…
- ¡Despierta Omar! ¡He
venido a salvarte! – dijo el señor, trajeado y con aspecto de salir de un
after.
- ¿Otro espíritu? Pero
si ya han venido 3…
- ¡Mierda, llego
tarde! – dijo el ente mientras se rascaba la nuca – Oye lo que te diré, no te
fíes de esos seres, son Gelth, extraterrestres que pretendían controlar tu
cuerpo, y puede que hayas sufrido alucinaciones, están formados por gas.
- Pero ¿qué…?
- Créeme, soy doctor –
y acto seguido, el personaje salió corriendo, dejando tras de sí un sonido de
ondas cósmicas.
- Menuda noche me están
dando. Mañana pongo doble cerradura en la puerta…
Oye Cursiva, pues muy bien este episodio de Ataque a los Titanes.
Me ha gustado.
“¡Oh, vaya, Omar! ¡Ya
has vuelto!”
Sí, eso creo. Bueno. Me voy a poner a escribir la
entrada de esta… uh, ¿y todo este tocho que has escrito?
“Nada. Una
historia que me ha dado por escribir… Ya sabes que me encanta criticarlo todo”.